Hojas…
Santos Rejas Rodríguez
Tras la ventanilla del autobús que me lleva a
cualquier parte en busca de un algo indeterminado, contemplo el indolente caer
de las hojas de otoño.
Vete a saber si relacionado con algún asunto que
vaga por mi inconsciente, o por pura envidia, se desprende de mi novela
interminable una hoja con personaje incluido. Sin darme respiro, el aparecido
me susurra: ‘cómo se equivocan ellas poniendo su querer donde no deben…’
En lugar de bajarme del vehículo aprovechando la
excusa de que un pescadero fuera del puesto acaba de habitar el autobús, mi consciente,
que es más inconsciente que el freudiano, entra al trapo y contesta: ‘Ellas son
superiores. Sin la menor duda. Siempre saben lo que quieren. Si los hombres lo tuviéramos
tan claro, nuestras vidas serían más vida…’
Hubiera preferido una respuesta irónica. Incluso
caustica o despectiva. Un ¡Ja! Por ejemplo. En su lugar, sin saber cómo, mi
personaje indómito canta por boca de la chica sentada a mi vera: ‘Ya no puedo
vivir así, durmiendo con él y pensando en ti’.
El ímpetu con que me bajo del autobús casi me hace
poner el pie encima de un corazón tirado en el suelo. Y pensar, me digo al
alejarme, que el abandonado entre hojarascas fue as de los corazones…