viernes, 16 de diciembre de 2016

Hojas...

Hojas…
Santos Rejas Rodríguez

Tras la ventanilla del autobús que me lleva a cualquier parte en busca de un algo indeterminado, contemplo el indolente caer de las hojas de otoño.

Vete a saber si relacionado con algún asunto que vaga por mi inconsciente, o por pura envidia, se desprende de mi novela interminable una hoja con personaje incluido. Sin darme respiro, el aparecido me susurra: ‘cómo se equivocan ellas poniendo su querer donde no deben…’

En lugar de bajarme del vehículo aprovechando la excusa de que un pescadero fuera del puesto acaba de habitar el autobús, mi consciente, que es más inconsciente que el freudiano, entra al trapo y contesta: ‘Ellas son superiores. Sin la menor duda. Siempre saben lo que quieren. Si los hombres lo tuviéramos tan claro, nuestras vidas serían más vida…’

Hubiera preferido una respuesta irónica. Incluso caustica o despectiva. Un ¡Ja! Por ejemplo. En su lugar, sin saber cómo, mi personaje indómito canta por boca de la chica sentada a mi vera: ‘Ya no puedo vivir así, durmiendo con él y pensando en ti’.


El ímpetu con que me bajo del autobús casi me hace poner el pie encima de un corazón tirado en el suelo. Y pensar, me digo al alejarme, que el abandonado entre hojarascas fue as de los corazones…

sábado, 3 de diciembre de 2016

Cualquier tiempo pasado...

Cualquier tiempo pasado…

Santos Rejas Rodríguez


‘Y sentí dolor en el pecho’, finalizó diciéndome el adolescente de dieciséis años. ¿Dolor de amor? No. De ansiedad, de angustia ante los exámenes que tenía por delante y su ‘necesidad’ de obtener máximas notas que le vayan aproximando el acceso a la carrera universitaria deseada, al título que será papel mojado si no le añade varios máster que le acrediten para ejercerlo y que, a buen seguro, limitarán para siempre su universo de conocimientos y quebrantarán la economía familiar.




Mis compañeros de aquel entonces, yo mismo ¿tuvimos alguna vez dolor precordial ante un examen? ¿Por necesidad de obtener una calificación sobresaliente que abriera las puertas de la universidad? Que recuerde, no. Bastaba superar la opción elegida, ciencias o letras, y quedaba expedita la Facultad que expediría el título para ejercer una profesión desde ese mismo instante.

¿Había que estudiar? Sí, claro. Pero había que sumergirse con idéntica, o mayor intensidad, en submarinos amarillos para elegir entre el ser y la nada, combatir la nausea existencial y contemplar cómo la metamorfosis alargaba el cabello cuajándolo de ideas, anhelos, y alguna flor perdida entre ellos… Y había que estirar las horas para que cupiera el canto al soldadito boliviano, al recuerdo de Amanda y a adentrarse con los cachorros en barrios perdidos donde las hojarascas se arracimaban a los pies de un coronel que no tenía quien le escribiera… en sus cien años de soledad.

No hallamos hueco en aquel entonces para estudiar inglés. Por las calles de París los chicos y las chicas cogidos de la mano tras la flauta mágica de una Françoise inalcanzable descubrían tras las barricadas de hierro y cartón piedra que el francés era más, mucho más que un idioma…

Como remate, y pese a todo el cúmulo de deberes relatados que pesaban sobre los inciertos hombros juveniles, cuando el campus se teñía de gris, había que galopar hasta enterrarlos en el mar. Y los dolores de corazón, intensos y desgarradores, reservados para los amores imposibles.


El tiempo pasado, cualquier tiempo pasado… ¡qué diferente e irrepetible es! ¡Ay!

miércoles, 9 de noviembre de 2016

9 de noviembre

9 de noviembre…

Santos Rejas Rodríguez

Escribo mientras me debato entre la casualidad y el determinismo. Muy de mañana he probado mis nuevos auriculares bluetooth. Como si hubiera estado al aguardo se coló en mis oídos clara y nítidamente: ‘Quien cada nueve de noviembre, como siempre sin tarjeta…’



Sí. En efecto. El ramito de violetas. ¿Casualidad escucharla precisamente hoy? ¿Determinismo acaso? Quizás mezcla de ambas. ¡Qué ganas le tenía yo a esta canción! Puede que desde los tiempos que se la escuché a Cecilia en su versión almibarada y dulzona. 

Hoy ha sido la adaptación de Manzanita la escuchada.
Aunque en ambas interpretaciones la letra es un parangón de infidelidad e incomunicación, la del cantante tiene un matiz que ha restado parte de la indignación que siempre me produjo al escucharla. Un matiz cuya entonación me ha llegado a alguna cuerda sensible del interior cuando canta lo de: ‘y cada tarde al volver su esposo, cansado del trabajo va y la mira de reojo…’ Ese ‘va y la mira de reojo…’ es una figura plástica que cala.

Pero enseguida me pregunto y le digo a él: ¿Por qué no la miras de frente y pones tus ojos en sus ojos? ¿Por qué el ramito de violetas no son tus dedos, hechos mano, transmitiéndole ternura? ¿Escuchas los silencios de su corazón, los entre latido y latido, llenándoselo de esperanza? ¿Haces que se sienta querida sin necesidad de cartas anónimas o carencia de tarjeta en el ramito de violetas? ¿No puedes convertir tus poemas en palabras susurrantes que la hagan brillar los ojos? ¿Acaso no puedes asirte a su mano y, compartiendo risas, correr unidos hacia el horizonte infinito?

Mis preguntas hacia ella, la condenso en un solo interrogante: ¿Por qué callas y no dices nada?


Claro que, me digo y consuelo, este modo de relación de pareja, de silencios e incomunicación, de infidelidad de pensamiento, se daba allá en los tiempos del Pato Donald. Hoy las parejas son diferentes: comunicativas, sinceras y fieles en pensamiento y obra. Estamos en una era nueva, en la de Donald Trump…¡ay!

jueves, 29 de septiembre de 2016

Adivina, adivinanza...

Adivina, adivinanza…

Santos Rejas Rodríguez

En la cafetería de la Facultad, hace muchos años, conocí a Ruiz Mateos. El amigo común me presentó con un: ‘Santos es psicólogo’, pienso que como advertencia, porque don José María, sin soltarme la mano, y retrocediendo unos pasos, dijo: ‘¡Cómo me gustaría, también, mirar a los ojos de las personas y adivinar su pensamiento!’

Dejo el resto de la anécdota para otra ocasión. Los psicólogos, al menos los colegas amigos próximos y yo mismo, ni somos adivinos ni leemos el pensamiento ¡Menudo marrón sería!




No leer el pensamiento no impide mirar el entorno y con las evidencias observadas, hacer pronósticos.


El 19 de junio pasado escribí, y publiqué en este mismo medio ‘Pronósticos…uno más’. Entresaco unos párrafos para refrescar la memoria: ‘Gobernará el PP con pacto de legislatura de Ciudadanos y abstención del PSOE…Sánchez será la cabeza a arrojar a los electores de su partido…’

Visto lo que estamos viendo y oyendo, aunque mejor hubiera sido no verlo ni oírlo, me afirmo en lo que escribí referido a las segundas elecciones. En este momento los costaleros portan el paso de ‘El derribo de Pedro’, con parada en Ferraz, a la espera de que cesen los tambores y cornetas para el canto de las saetas.
Está por ver, y aquí la cuestión de adivina adivinanza, si Sánchez optará por morir como Sansón, matando, o emprenderá la huida  a ninguna parte como gallo descabezado. Sea el que sea el fin que elija, está muerto, políticamente, claro.

¿Y después de Pedro?


Con seguridad, lo de siempre…y los de siempre.
 ¡Ay!

jueves, 22 de septiembre de 2016

Y entonces vas...

Y entonces vas…

Santos Rejas Rodríguez

‘Al pie de un buzón de correos ves un sobre en el suelo. Tiene la dirección y el sello puesto. La solapa está abierta. ¿Qué harías?’
Es una de las estupideces que suelen preguntarse para evaluar comportamientos sociales adecuados. Por supuesto que ya, lectores míos, habéis dado la respuesta generalmente aceptada, adaptativa y de sentido común:

‘La cerraría y echaría en el buzón’. Respuesta sencilla, ¿verdad? Pues entonces vas…y la cagas: ‘pero antes leería la carta y la rompería’.

Cuando los aquellos que van surgiendo en la convivencia en pareja se han ido conjugando, las intromisiones o ausencias en el espacio personal de cada uno se han ido comprendiendo y respetando; cuando la mano está ahí siempre que la necesitas y que, además, es la que estuviste buscando y hallaste. La elegida para compartir con la tuya, juntas, el camino del vivir,  y lo previsible es incrementar la comunicación, el amor, el comprenderse en el día a día,  entonces vas y…, sí, en efecto, la cagas.





No se trata solo de un Brad o una Angelina, que ya hemos visto que también, sino de los seres anónimos, cotidianos; los tu y yo, mujer y hombre, que unas veces el uno y otras veces la otra, todos, (la) cagamos.

¿Y por qué si sabemos la respuesta correcta?

A la conducta del destructor de la carta se la suele denominar psicopática. ¿Valdrá como respuesta genérica? ¿O es a causa de un  condicionante humano? ¿Muy humano, o así, así? ¿Actual o desde los orígenes?
Ensimismado por tanta pregunta casi me marcho de la soleada terraza en la que estaba despidiendo al último sol del verano y dando la bienvenida al de otoño sin pagar la consumición ¡Ay!

miércoles, 24 de agosto de 2016

Series para pensar

Series para pensar

Santos Rejas Rodríguez


Al filo de la madrugada he terminado de ver el quinto y último capítulo de la serie televisiva Doctor Foster. Al margen de su calidad, no sorprendente en las producciones de la BBC, me ha atrapado la temática. Nada original, por cierto. Diría que incluso vulgar, en el sentido de habitual, desde el instante en que el hombre, y la mujer, acordaron emparejarse: la infidelidad.





Para quienes no la hayan visto y tengan curiosidad de hacerlo no he desvelado ningún secreto que  la chafe. Desde los primeros minutos de secuencias se insinúa que será el tema principal.

Los diferentes ángulos de visión sobre la infidelidad, y sus añadidos, según las personalidades de los sujetos implicados, tanto principales como secundarios, han sido, sin duda, los que me ha asido a ella, inquietado, producido cierto desasosiego e impulsado a compartirlo entre los amigos que tenéis la paciencia de leerme. Y no sólo por la incidencia emocional que pueda tener, que también, sino porque creo que la observación de las conductas de los personajes, de todos, es enriquecedora en el ejercicio de nuestras profesiones y vida cotidiana.

Quienes trabajamos en los ámbitos de la psicología, medicina, trabajo social, derecho, humanidades, vivir… constituimos el grupo de este blog, a quienes hay que sumar ‘yo no soy psicólogo, pero…’ es decir, algunas centenas.
Por razones profesionales, de amistad u otras circunstancias, os habrá llegado o llegará un ser humano que, como todos nosotros, siente, vive, piensa, ríe,  opina, ama, cree, llora… recabando opinión, ayuda o consejo por estar inmersa en un situación de infidelidad, obligándonos a hacernos preguntas: ¿Qué hacer? ¿Qué aconsejar? ¿Qué es lo acertado? ¿Qué camino seguir y cómo? ¿Lo menos dañino? ¿Para quién? ¿Con el corazón o con la mente?

Viendo la serie es inevitable tomar partido pero, al igual que en la vida, se irá modificando según los matices y  circunstancias sobrevenidas, reacciones y… estado emocional que nos embargue, lo que nos obligará a pensar y repensar las respuestas a los interrogantes anteriores.

Al final las conclusiones, y puede que moraleja, estarán adobadas por un desasosiego interno tan confuso como el que siento en este instante y serán tan variadas como el género humano al que pertenecemos; tan humano a veces. 

domingo, 21 de agosto de 2016

La virgen

La virgen

Santos Rejas Rodríguez


Hay vírgenes que no necesitan mayores explicaciones para saber el porqué; con una simple ojeada es suficiente.
Julio pintó a la mujer morena. La miras y, sin duda alguna dices: ¡Morena, morena! Y ahí lo dejas. Ojeas una imagen de virgen, como la avistada en un tenderete marbellí, y también exclamas: ¡Virgen, virgen! Pero no puedes dejarlo.

Te alejas dándole vueltas y vueltas para saber qué te ha llevado a esa conclusión. No es fea ni falta de atractivos en el rostro, única parte corpórea a la vista. Es un algo especial. Entre un ‘detente satanás’, con mezcla de ‘hasta aquí hemos llegado’, y un final de ‘no pasar, policía’ que acojona los bajos y hace imposible pensar en lo erótico y, lo que es peor, en lo espiritual.

No creo que el pintor se haya servido de una modelo sacada del natural, o sea, una viviente de carne y hueso. Más bien debe ser el producto, malo, de un coloque de garrafón unido a una afición por lo pictórico muy necesitada de técnica, mucha. Barrunto que quizás sea una venganza por muy dañinos sufrimientos que ha tenido a nivel de entrañas y que, visto lo visto, merecidos.

También, y para no cargar todas las tintas sobre un nacional, y dada la proximidad de tierras morunas, podría ser estrategia para atraer hacia ellos a acólitos despavoridos o descastar vocaciones en lo cristiano. Pero lo dudo porque el moro va a lo suyo, o sea, a las huríes.




No ilustro este disparate con la fotografía que he tomado de la imagen por si acaso, y pese a lo escrito, fuera objeto de devoción de alguno de los territorios profundos de nuestra tierra…cosa que ‘no permita la Virgen que tenga razón’, me canto  por Sabina, y continuo mi caminar.

La virgen ¡qué virgen!

lunes, 15 de agosto de 2016

Recorridos

Recorridos

Santos Rejas Rodríguez

Adentrarse por barrios en los que nacimos, disfrutamos la infancia y penamos la adolescencia, es toda una aventura. En este retorno fugaz a la ciudad de mis raíces he encaminado mis pasos por dichos lares.

Despojado previamente de nostalgias y añoranzas, que suelen impedir hacer camino y, además, sin ganancia alguna, he andado la calle de mis juegos de ‘chapas’ y ‘peonas’ y vuelto a escuchar el ‘a merendaaaar’ imperioso desde el balcón de la que fue mi casa haciéndome trepar, mentalmente, las escaleras para mirar lo que se escondía entre el pan: chocolate terroso, con leche o carne… de membrillo.

Una sonrisa ligera, dulce, me ha acompañado hasta el edificio que una vez fue cine. Y también me he adentrado en él mediante la realidad virtual de la imaginación, la que ninguna técnica logrará jamás. Ni siquiera intenté recordar la película del día que marcó hito imborrable en mi vida, creo que nunca supe su título.




Mi atención estuvo centrada en su mano reposando sobre el brazo de la butaca, tan próxima y lejana a la mía. Mi pensamiento debatiéndose si atreverme a rozarla con uno de mis dedos, fortuitamente… Y entonces su sonrisa de soslayo, su mano invadiendo unos pocos centímetros mi espacio, alejó toda duda y mi mano  se posó sobre la de ella.

Y el tiempo se detuvo a la par que nuestro respirar. Juntamos las palmas, nos buscamos los ojos y prendimos la sonrisa, irrepetible y plena, de amor adolescente. Nuestros dedos, ya entrelazados, se juramentaban en una unión de por siempre jamás.


En este ahora, como si fuera aquel ayer, me ha llegado el olor inconfundible de su mano, el aroma que impregnó la mía hasta que lo evaporó el viento de la vida.

jueves, 14 de julio de 2016

Turquesa

Turquesa


Santos Rejas Rodríguez


¿Dónde va el amor perdido? ¿Tiene guarida propia? ¿Se desvanece como el arco iris, tan multicolor como fugaz?

Andando el filo que fronteriza la mar de la arena, iban surgiendo interrogantes de inciertas respuestas. El inicio del camino emprendido está solitario. Permite concentrar ambos ojos en un infinito más o menos lejano. Al llegar a zona poblada es preciso compartir visión: La izquierda hacia las infatigables olas en su anhelo de reposo en la orilla cercana, tan imposible. La visión derecha trasmutada en radar detector de niños que, como huyendo del mañana, corren desesperados a arrojarse al mar desplazando de su camino a todo obstáculo que se le interponga. De no estar atento el caminante, que es el impedimento, corre el riesgo de ser embestido con gran peligro para sus ya frágiles caderas…e incluso pelvis.



 Y en ese andar, el ojo avizor la enfocó: Bajo una sombrilla turquesa miraba, perdida, a un horizonte inescrutable. Tan cuajado de interrogantes como los que poblaban el pensar del caminante: ¿Es lo que esperaba de la vida? ¿De mi vida? ¿Una sombrilla con un ser ausente que hunde su rostro en arena? ¿Dónde quedó la mano asida para el caminar? ¿Y los sueños compartidos? ¿Sólo late el sentir del vacío?

Un relámpago centelleó. Distante. 
Ya lejana la visión de la sombrilla turquesa, llegó el tronar. 
Débil. Muy apagado. 
Huérfano de respuestas…y de esperanzas.

sábado, 18 de junio de 2016

Olvidos

Olvidos

Santos Rejas Rodríguez

¿Cuál es la razón, me preguntaba, por la que el género masculino porta la fama de incapacidad para hacer varias cosas, e incluso solo dos, al mismo tiempo? ¿Existe algún estudio empírico irrefutable? ¿Afecta a todo el género o únicamente a algunos de los seres varones? ¿Más o menos varoniles o es indiferente el grado? ¿Excepciones a la regla o la causa incapacitante, precisamente, es la ausencia de regla?

Mientras en un lugar de la mente, cuyo nombre ignoro, vagaban estas interrogantes, en otro escuchaba música y, ya en lo externo, me entretenía vaciando unas bolsas que contenían libros. Míos. De otras épocas de mi vivir. Recién llegados a mi presente. Tenía formado tres montones con los ya extraídos: Para regalar, conservar y quemar en la chimenea el próximo invierno, respectivamente. Y entonces sucedió.

Suelo abanicar las hojas de los libros cuando los reviso. Pretendo con ello recuperar posibles recuerdos atesorados entre sus páginas: un calendario vivido, la servilleta de la cafetería del entonces o la hoja de aquel almendro en flor…Revoloteando, a cámara tan lenta que pude entrever su rostro y el mío antes de posarse en el suelo, llovió la fotografía.




Y el Sur, como un amanecer de verano, inundó el espacio. El externo y el interno. Los escasos resquicios que quedaban los fue rellenando, inmisericorde, el canto de el Cigala: ‘se me olvidó que te olvidé/Se me olvidó que te dejé/Lejos muy lejos de mi vida/Se me olvidó que ya no estás/Que ya ni me recordarás/y me volvió a sangrar la herida…’

Mucho más tarde, en la madrugada de un despertar saciado de sueño, en los albores del día aún por escribir, me decía: ‘la verdad no sé por qué, se me olvidó que te olvidé, a mí que nada se me olvida…’


Y una lagrimilla, preñada de esencia de añoranza, fue deslizándose hacia la almohada en busca de reposo. Sin prisa alguna por llegar…

miércoles, 15 de junio de 2016

Pronóstico...uno más

Pronóstico…uno más

Santos Rejas Rodríguez

Han transcurrido casi cuarenta y ocho horas desde que debatieron los cuatro pretendientes al trono gubernamental. Y ha bajado la temperatura una jartá. Así que la distancia y el termómetro son variables a tener en cuenta en mi pronóstico sobre los pactos post electorales para la formación del próximo gobierno.
Allá va: Gobernará el PP con pacto de legislatura de Ciudadanos y abstención del PSOE. Como lo leen.





¿Con Rajoy, Rivera y Sánchez…vivos? Ese será otro cantar. Sánchez desde luego, no. Será la cabeza a arrojar a los electores de su partido como ´castigo’ por permitir que la derecha siga gobernando. El PSOE necesita tiempo para resurgir de las cenizas que lo tienen asolado y ese ‘tiempo muerto’ es dejar que el PP gobierne y volver a ser su alternativa. Durante esa solución, la menos mala, seguirá gobernando Andalucía, probablemente será compensado con el Ayuntamiento de Madrid y algunos otros territorios para ir restando espacios políticos a Podemos e IU.

¿Y Ciudadanos? Tendrá la llave del control al Gobierno que, unidas a las de Andalucía y Madrid, no es cuestión baladí. Albert es joven. Tiene tiempo. No hay prisas ni agobios. Se podrá adjudicar todos los logros positivos y eludir los negativos.

¿Y los del pacto - sorpasso? ¿Recuerdan algún precedente histórico en el que la unión de izquierdas haya durado cuatro años? Si la política fuera competición deportiva Mr. Chips podría darnos todas las claves. Mientras tanto, tiempo al tiempo…

Con algunos matices, más o menos finos, este es mi pronóstico. Uno más. Los sesudos tertulianos de las cadenas televisivas, politólogos, expertos en lo divino y humano, emitirán los suyos…tan inútiles como este, quizás.


La única diferencia es que el mío es gratuito, desprovisto de ‘tú más’,  sin acritud. Y como la vida misma: ¡Tan incierta!

miércoles, 1 de junio de 2016

Acuerdos

ACUERDOS

Santos Rejas Rodríguez

-Me gusta que las cambien todos los días, además el servicio está incluido en el precio.
–Quizás las de las manos, si tienen alguna mancha de maquillaje… o las pequeñitas, las de secar los íntimos… respondí.
–Todas, todas. La de baño la primera.

Y aquí debí dejarlo, pero continué: - ¿Y en tu casa también cambias todos los días las toallas? La  respuesta fue todo lo desabrida que puede gestarse en un espacio reducido –vehículo-, atrapado en caravana –de retorno-, sufriendo un moderado malestar –resacoso-, y a pocas horas del inicio de lunes laboral.

Así que, sin apartarme mucho del tema de conversación para no evidenciar el derribo y retirada, pregunté: ¿Oye, y cuál es la razón para tender la ropa del revés una vez lavada? Obteniendo una prolija explicación que duró hasta finalizar el viaje y a la que no presté  la más mínima atención dado que la pregunta era retórica.

Horas después, arrebujado en mi manta de baño, de lavado semanal, pensativo ante el espejo cubierto de vaho, sonreí satisfecho diciéndole a los adentros: -Cuando uno no quiere, dos no discuten…Mira por donde me salieron unos adentros respondones: - ¿Y cuando uno quiere, dos se ponen de acuerdo? Que me sumió en profunda lucubración al rematarla: - ¿Se repetirá el fiasco de las pasadas elecciones generales?




Ya de madrugada acudió la respuesta: si no consensúan un gobierno habrá que repetir un hecho histórico. Por ejemplo, mi favorito: Llevaban los Cardenales largo tiempo, casi tres años, sin ponerse de acuerdo para elegir nuevo Papa. El pueblo, harto ya de estar harto, los encerraron bajo llave, los pusieron a pan y agua, desmontaron la techumbre del palacio episcopal, sin duda para hacerles llegar sin obstáculo la paloma santa…y de paso la lluvia y el frío. Resultado: Un milagro. En un Pis Pas eligieron un nuevo Papa…que ni siquiera necesitó ser cura. Gregorio X por más señas.

Del cambio de toallas no dice nada la historia. Pena.

sábado, 21 de mayo de 2016

Dudas

Dudas

Santos Rejas Rodríguez

Cuando me surge una duda existencial me acerco a una tienda próxima a mi casa y pregunto al dueño. Chino él. Muy versado. No en vano porta la carga genética ancestral… y la del futuro en ciernes.

Hoy ha sido uno de esos días. Cuando entré estaba hablando con un cliente. Mi intento de mantenerme a cortés distancia lo impedían las dimensiones del local, estrechas, por lo que su conversación llegaba con nitidez a mis oídos: ─Mi mujer, decía el cliente, ─hace unos años, por temor al qué pasará, se empeñó en guardar en casa algo de dinero. Sacó de la cartilla mil quinientos euros…Tres billetes de quinientos, que no abultan nada y se esconden bien, según ella… ─Ahora, con la retirada de la circulación…
Y aquí le interrumpió el dueño. El chino: ─No los han retirado. Siguen siendo billetes de curso legal. Sin fecha de caducidad. –Pero es que…musitó el hombre…

En ese instante, Chang, que así lo llamo en mi intimidad, preguntó por mi deseo: ─Estoy buscando algo que no sé si existe…un aparato para quitar las pelusas de una chaqueta de lana… ─ ¿Manual o a pilas? Respondió en el acto…Mientras ponía ante mis ojos los modelos, el cliente previo continuó con su tema: ─Hoy he ido al banco a cambiar los billetes. Y he tenido que rellenar un impreso con mis datos. Me han dicho que es obligatorio.




─ ¿Y para qué los cambias, amigo? preguntó mientras colocaba pilas al modelo elegido. ─Dentro de un tiempo tendrán un valor superior al facial. La ley de la oferta y la demanda. Si van retirando los que se ingresan y no fabrican más, los que permanezcan subirán de precio… la gente que los necesita, que existen, pagarán por ellos. Y encendiendo el corta pelusas comenzó  a hacerme una demostración en vivo.

Para mí, remató Chang mientras me mostraba el depósito lleno de pelusas, la medida ha sido un golpe maestro del Gobierno…y su mirada se fundió con la sonrisa. Chinescas ambas. Insondables.

Al regresar a mi casa, la visión de las pelusas sesgadas por las cuchillas del aparatejo me trajo el recuerdo histórico de otro cachivache que separaba las cabezas de los troncos… en un pis pas.

Inmisericorde, y olvidado, artilugio ¡ay!

viernes, 22 de abril de 2016

Ver y oír

Ver y oír

Santos Rejas Rodríguez

Tras limpiar los cristales frontales del mirador de mi casa constato que he ganado en visión de forma palpable: Los toldos del edificio de enfrente lucen en amarillo limón en lugar del marrón glacé que hasta ahora percibía. Debo añadir un pero…Que lo ganado en visión lo he perdido en acústica interna: los ruidos callejeros que antes me llegaban atenuados, e incluso no me llegaban, ahora penetran en mi casa como si fuera Pedro por la suya.  Las que entran por las que salen, pensaba yo, al tiempo que me consolaba diciéndo que el paso del tiempo volverá a poner cada cosa en su sitio.

En pleno trance analítico se interrumpe la música radiofónica y me sorprende, y sobrecoge, la noticia: ¡Pablo acaba de dar el sí a Alberto Carlos! No son personajes de telenovela mexicana, no, sino Iglesias y Garzón. De su próxima unión.  La de Podemos con IU…



Debo confesar que acudieron a mi mente, como flechas incendiarias, una imagen y un dicho. La de Saturno devorando a un hijo, en versión goyesca, y el ‘prometer hasta meter’, del castizo vulgar.

Izquierda Unida es el alimento que necesita Podemos para nutrirse y hacer frente a las ya casi ineludibles elecciones generales y engordar. Habrá pactos, unión de programas, escrituras públicas y privadas y mucho prometer hasta meter…la papeleta en la urna. ¿Y después de haber metido? Después de haber metido IU soplará y resoplará…y su casita se hundirá. Al tiempo.


Regreso al mirador y contemplo los cristales laterales. Ganaré visión y perderé silencio, pienso. Resuena de nuevo la música: ‘No permita la virgen que tengas poder’, canta Sabina. Y abandono en el barreño el paño que no deja pelusas…

sábado, 16 de abril de 2016

Puentes...

Puentes…


Santos Rejas Rodríguez 


La luz de la mañana ha sido engullida por la del atardecer. Atardecer que encamina mis pasos a callejuelas preñadas de silencios y que un día fueron transitadas por seres que vivieron y murieron, que amaron y odiaron, hoy extinguidos hasta en el recuerdo porque ya no existen quienes alguna vez los pensaron. Aunque, contemplando las piedras milenarias que estoicamente sustentan torres y palacios, me pregunto con esperanza, si serán los discos duros que contienen su memoria viva…

De repente el silencio se hace sonoro y con nitidez me llega la voz, tu voz: ‘Desde la margen del río de aguas cambiantes que separa mi orilla de la tuya, te saludo. Parece que estás cerca…’
Y tu saludo me induce a buscar el modo que me lleve al otro lado. A tu lado. Tarea inútil. La luz difusa muestra la distancia infinita que nos separa. ¿Habrá arquitecto que sepa unir las orillas? ¿La de aquí y la de la eternidad? ¿Aunque fuera con puente quebradizo? ¿Y fugaz?




La noche vence al atardecer. El crotorar de la cigüeña solitaria me retorna al mundo sin silencios. Una vez más te alejas de mi: ‘Y la vida siguió, como siguen las cosas sin mucho sentido…’

lunes, 21 de marzo de 2016

Preguntando a Julio, Anguita (claro)

Preguntando a Julio, (Anguita, claro)

 Santos Rejas Rodríguez


            Nunca me pareció fiero, aunque es cierto que siempre lo había visto de lejos. Y al decir de lejos me refiero a lejanía de cuerpo y alma porque doy por supuesto que los comunistas tienen alma, al menos los españoles y a los que conozco; y quien quiera que me contradiga, que es muy dueño o dueña, pero me lo demuestre con método científico basado en el materialismo dialéctico o seguiré en mis trece.
Mi conocimiento había sido a través de televisión y, aunque en ocasiones en primer plano,  no me es posible ahondar en una mirada que no nos mira, ni adivinar si un torcer de labios es rictus, sonrisa o mueca. Ni por supuesto es posible por este medio, aún, tener entre la tuya una mano que te permita conocer la calidez del apretón y si  es poseedora de corriente alterna o continua.
            Pude conversar con Julio Anguita, a solas –casi- en medio de los suyos (o al menos a mí me parecieron todos suyos,  pero en esto háganme el mismo caso que sí les dijera que acabo de aterrizar en China y que todos los chinos son iguales)  en un Congreso. Como pueden leer, los acontecimientos de tiempos pretéritos me llevaban a los sitios más insospechados y en un orden absolutamente infrecuente: días antes de mi conocimiento de Julio  fui a un evento a la Cárcel de Carabanchel y después  a una reunión multitudinaria del Partido Comunista. Años antes, pocos,  hubiera sido exactamente al revés…



Julio,  de cerca, me pareció aún más indefenso; con una timidez de adolescente al que le ha crecido una barba entrecana que aún duda si convertirle en monje, guerrero, profeta, adelantado, visionario... o en Rey de bastos, con perdón. Y me sorprendió su camisa polo, donde cada botón estaba en su ojal; el pantalón más bien holgado y la pobreza evidente: no tenía ni teléfono móvil. Y su risa. Ríe con boca y ojos, enseñando un poquitín los dientes, tan poquito que algunos debieron pensar que no tenía, o confundían dientes con dentelladas...
   Julio, qué días aquellos de congresos y pactos; de entendimientos y hablar…! ¿Dónde fueron los tiempos aquellos...que puede que no vuelvan?
A ti, y a los de entonces, pregunto: ¿Olvidasteis enseñar esos caminos a quienes venían detrás? ¿Cómo de aquellos califas estos reyezuelos…de su propio ombligo?
 Ay, Julio, ay, cómo está nuestra Alhama.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Corrupciones de fábula

Corrupciones de fábula

 Santos Rejas Rodríguez


Corromper. Alterar la naturaleza de una cosa volviéndola mala. Cuando algo se corrompe huele mal. Últimamente, quizás por la pertinaz sequía, hay un cierto olor a podrido en el ambiente que nos rodea. Hay síntomas inequívocos de descomposición. Raro es el día que no salta al conocimiento público algún caso de negocio en el que, presuntamente, esté implicado algún personaje que ha utilizado su influencia o poder público en provecho propio.
Curiosa y coincidentemente, por azar o destino, - soy de los que piensa que los libros eligen a sus lectores y no viceversa -, ha llegado a mis manos un escrito de Aristóteles  ¡ya ha llovido desde entonces!  en el que escenifica una fábula de Esopo : Un zorro intenta vadear un río con poca agua y queda atrapado en el fango. Poco a poco lo van cubriendo las garrapatas. Pasa un erizo por el lugar y, con gentileza, se ofrece a librarlo de los molestos y peligrosos parásitos. El zorro le agradece su atención, pero se niega rotundamente a ello.  El erizo, sorprendido, le pregunta por la causa de su negativa: Muy sencillo, amigo erizo. Las garrapatas que prenden de mi cuerpo ya están llenas de mi sangre. Si me las quitas vendrán otras que acabarán con la poca que me queda.
Quedé pensativo tras la lectura y comenzaron a surgir en mi mente interrogantes sobre la acción y sus personajes. ¿En qué lugar del tiempo transcurre la acción? ¿Cuando se quedó varado el zorro? ¿Es válido su razonamiento?  ¿Debe permitir que continúen las garrapatas sobre su cuerpo? ¿Convenció al final el erizo al zorro? ¿Quien es el erizo? ¿Es amigo o enemigo?  ¿Qué busca? ¿No será otra garrapata encubierta?  Y las garrapatas  ¿Son muchas? ¿Son recientes o han sustituido a otras? ¿Hay otras esperando? ¿Estará siempre el río lleno de fango?  ¿Lloverá con fuerza alguna vez y arrastrará fango y garrapatas?
Y el zorro ¿Hasta cuándo logrará sobrevivir? ¿Le queda aún mucha sangre? ¿Se resignará a su suerte o, finalmente, se sacudirá todas y cada una de las garrapatas?  ¿Habrá alguna vez un buen desgarrapatador?

Corrupción. Corromper. Me quedo con la última de las acepciones del término: exasperar. Hacer perder la paciencia a alguien. A un zorro. A un pueblo.


¿A que parece actual lo anteriormente escrito y leído? No es tan antiguo como la escenificación de Aristóteles pero ya tiene solera. Lo escribí en el inicio de 1992 y fue publicado en el diario HOY el 3 de febrero del mismo año...
¡Dios es terrible!... si es que buscamos disculpas, que escribió Saramago.

sábado, 12 de marzo de 2016

Comer o no comer...

COMER O NO COMER, ESA NO ES LA CUESTIÓN

 Santos Rejas Rodríguez

            Mi pasado juvenil, enraizado en tierras cacereñas, ha reverdecido hace pocos días en el asfalto madrileño. El amigo de adolescencia, representado por una de sus descendientes jóvenes, más de lo que fuimos ambos un día, ha oficiado de catalizador. Y a lo largo de una grata conversación, entre otros muchos temas, surgió, sin haber sido invitado, el de la delgadez y la gordura. La anorexia. Y a eso voy. No es la primera vez, ni será la última…
            La anorexia nerviosa es una enfermedad caracterizada por el miedo intenso a engordar y por una imagen distorsionada del propio cuerpo. Las mujeres, en proporción de nueve a uno, superan a los hombres en esta dolencia (¿será por ello que una parte del género masculino está huyendo al extremo opuesto: la vigorexia?). Pero volvamos al fondo del comentario, a la anorexia. Mortal en el seis por ciento de los casos. Su origen es multivariado, sin lesión orgánica previa y con dificultades para su tratamiento dado que el paciente no suele reconocer ni aceptar su dolencia, y mal se puede modificar una conducta de trasfondo cognoscitivo cuando no se es consciente de ella, valga la paradoja. Se desmiente la enfermedad. Se carece de voluntad de curación.




            Decía que el origen de la anorexia es plural: modas de adelgazamiento, prototipos sociales de ‘belleza’, falta de identificación corporal, y por tanto de aceptación del propio cuerpo y rechazo de su imagen.
Personalmente opino que también es, al menos en algunos casos, una expresión de impotencia, de falta de habilidades para mostrar una protesta de otro modo. Quisiera estimular el recuerdo del lector/a, en especial de quienes rondan los cuarenta…y más,  y  piensen en sus reacciones  cuando se les denegaba un permiso para una actividad muy deseada: cita importante de adolescente, excursión, salir por la noche o se les privaba, por castigo, de cualquier otra similar. Ante la impotencia absoluta sentida frente a la autoridad paterna o materna, que era insalvable e inapelable; ante el desvalimiento que inundaba el alma, en ocasiones se esgrimía la única arma disponible: ¡Pues ya no como! O sea, huelga de hambre en el seno familiar.

            La anorexia no es un simple comer o no comer; es un: ¡ya no como! hasta sus últimas consecuencias. Hay que buscar el origen de ese grito de protesta, del inconformismo con el yo, con lo social; de una necesidad  incapaz de definirla en lo externo pero en carne viva en lo interior… y que no sabe, o  no puede, expresarla de otro modo. Y trabajar a partir del asidero.

sábado, 13 de febrero de 2016

¿Peor de lo que hay...?

¿Peor de lo que hay…?

Santos Rejas Rodríguez

Lo que esté por venir para el gobierno de, esta, nuestra tierra ¿puede ser peor que lo que hay?

El tejido de la piel de toro huele mal. Está desmembrada en jirones que chorrean detritus. Levantes por donde levantes, huele a cloaca. Cuando el Uno, del ahora, menciona lo de tirar de algún colgajo para orearlo, el Otro, del también ahora, se lo impide bajo amenaza de hacer lo mismo donde florezca un sembrado putrefacto del primero. Y acuerdan el inmovilismo, que es la postura conveniente para ambos, de ocultar vergüenzasdesvergüenzas y miserias.




Postura común que no impide aparentar, de cara a la galería, o sea a nosotros, los enajenados espectadores que a la vez interpretamos el papel de súbditos, que sus intenciones y desvelos son los de acabar, de una vez por todas, con las tendencias rapiñeras del contrario, ajusticiar a los culpables y caminar por una senda constitucional limpia de polvo y paja. ¡ Que este País, se lo merece !Y los corifeos, de unos y otros, lo publicitan y se aplauden asimismo por lo bien que hacen su labor del ¡tu más! Y ¡todos a callar!

El discurso, hasta el momento, les ha sido útil, muy útil diría. Los rendimientos han sido tales que, como grandes estrategas, han respetados, casi matemáticamente, la alternancia en el ordeño de la ‘Empresa’ y la obtención y reparto de beneficios.

¿Hasta aquí hemos llegado? Aún siendo, a estas alturas, más escéptico que Pirrón, creo que algo se ha movido. No mucho, pero sí lo suficiente para agrietar lo que hasta ahora parecía esculpido en piedra diamantina.


¿Peor lo que pueda llegar que lo que hay? Puede ser. Aunque no está al alcance de cualquiera llegar a su bajura. Tendrán que entrenar mucho…

miércoles, 10 de febrero de 2016

Como un cerezo

Como un cerezo

Santos Rejas Rodríguez

Me hallaba sumergido en un arpegio suave, contemplando la puesta de sol desde el altozano de Las Vistillas cuando, de soslayo, la vi aproximarse.
En la cercanía que ya permite apreciar la gestualidad, mostró una sonrisa tan tenue como el arpegio. Quizás el mismo trasportado a su cara. Es mi costumbre, actual, mirar tras de mí si una mujer se aproxima sonriente. Ella, al observarlo, acentuó el gesto a la par que llegaba a mi lado y, en burbujeo indescriptible, dijo: -¿Hay un sitio libre a tu mesa? Pregunta retórica porque, a excepción de la silla que yo ocupaba, las tres restantes estaban de convidadas de metacrilato.
Sin esperar respuesta ocupó el asiento que permitía contemplar el ocaso, añadiendo: -No soy –cómo se dice- ¿buscona?, no. Tampoco estoy mal de la cabeza…bueno lo normal de mal…y derritió su sonrisa en tenue y contagiosa risa.




La conversación, como río entre su orilla y la mía, fluyó sin meandros ni torrenteras: Japonesa, con el atractivo de lo ignoto, edad madura –creo-, afincada en Madrid por su profesión de música y con el brillo de los almendros en flor en los ojos…
Se había esmerado en preparar una cena tradicional de su tierra: Okonomiyaki, Ramen y Sushi, entendí, y la habían dado plantón…-Así que he salido a la calle con la intención de invitar a un desconocido que me resultara agradable…y aquí estoy.
-De plato de segunda mesa, podemos llamarlo, ¡no?
-Pero el postre es exclusivo. Para ti tocaré mi guitarra…

Guitarra, guitarra…¡Papá! ¡Que me voy a clase de guitarra! ¡Que me dijiste que te despertara! –Gracias, hijo…
¡Jóder, señor Freud, si levantara la cabeza! ¡Ni en sueños se puede ya realizar un deseo!
-Pero siempre te quedara un arpegio suave como la noche, sin notas discordantes ni sobresaltos al despertar…-Sí, eso sí.
Y me quedé dormido de nuevo como un cerezo en invierno.