RECUERDOS…
Santos Rejas Rodríguez
Al pie de un
contenedor de restos inútiles se exhibían, con cierto pudor, hitos de vida que
la fotografía que ilustra lo aquí escrito testimonia.
El encuentro, hoy,
de camino hacia mi casa, me ha traído a la memoria el final de un viaje en el
que la persona compañera del mismo iba arrojando a la papelera cosas que había
ido acumulando a lo largo del itinerario: planos y guías, llaves magnéticas de
hotel, entradas de museos…-¿Tiras todo?, pregunté. -¡Sí! No me gusta guardar
recuerdos. Luego no sé dónde ponerlos.
Yo sí guardo
algunos y sé dónde ponerlos: En una caja. En ella se mezclan entradas de algún
concierto (el primero de Les Luthiers…), monedas diversas, llaves que en su día
abrieron puertas, un mechero de gastada mecha, servilletas de bar con
anotaciones apenas descifrables, algún posavasos con cerco de copas sin sentido,
piedras del camino, una hoja seca, un corazón partío… O sea, contenido que se
ajusta a lo etiquetado en la tapa: ‘Sin valor ajeno’.
Con el rótulo
quiero facilitar la tarea, ‘cuando llegue el difícil momento’, como canta
Sabina, a quien tenga que depositarla en el contenedor de residuos más próximo.
Añado que, con el
paso del tiempo, la caja de los recuerdos se ha ido reduciendo de tamaño. En el
momento actual se puede denominar cajita. La causa: he ido guardando menos y
sacando más. Cuando casualmente –es decir por una causa u otra- la he tenido
que abrir, algunas prendas habían perdido su valor intrínseco como recuerdo:
¡no recordaba qué me tenían que recordar! ¡ay! Y entonces, sin el menor pudor
ni la menor duda, han ido a parar a la papelera de los olvidos.
De las experiencias
de mi presente, más o menos mediato, no
guardo brizna en caja alguna: O las conservo vivas y procuro disfrutarlas en el día a día o,
si no han merecido la pena, las olvido. Enteras y veras…