domingo, 31 de diciembre de 2017

Ultima reflexión...de este año

Última reflexión…de este año

Santos Rejas Rodríguez

Estoy leyendo Origen, la última ocurrencia de Dan Brown. No voy a hacer la crítica, para eso están los especialistas o sesudos tertulianos. Tampoco desvelar nada que incomode a futuros lectores, spoiler los llaman los guiris y algunos gil hispanohablantes. Mi reflexión en este día del fin de año camina de la mano del título, Origen, y de los interrogantes ¿Quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos?

A buen seguro que los Neandertales, preocupados por lo del vivir, no se cuestionaron la trascendencia pero, al igual que soga y caldero, una vez resuelto lo primero, o sea el pan de cada día, y con los griegos al acecho, llegó el filosofar. Ellos dieron el pistoletazo de salida a los portadores de soluciones a los acertijos: del Big Bang a la evolución natural pasando por la creación mágica del cielo y la tierra y la costilla de Adán…hipótesis todas ellas válidas, pero no contrastables para dar respuesta a ¿de dónde venimos? Ni ¿a dónde vamos?

Diferente cuestión es ¿Quiénes somos? Y aquí, donde quería llegar, relato una anécdota personal: Hace unos años, esperando la fase de verde peatonal, observé en la acera de enfrente un grupo que, sin duda alguna, me señalaban y hablaban entre sí. Al cruzarse nuestros caminos, una de las integrantes me abordó: Perdona ¿tú eres…? ¡Sí! Respondí presuroso, ¡pero no lo digas! Y me alejé con precipitación mientras escuchaba a mis espaldas: ¡Veis como era él!

He recordado en muchas ocasiones el encuentro y he de confesar que alguna de las veces me he arrepentido de no haber tenido el valor de volverme y preguntar a la interpelante ¿Quién soy yo? Me justifico diciéndome que el conocerse, el saber de verdad ¿quiénes somos? ¿Quién soy?, está entre los miedos atávicos.  
Quizás en el nuevo año…

miércoles, 20 de diciembre de 2017

VISPERA

Víspera

Santos Rejas Rodríguez

Hace tiempo dejé por escrito que el ‘monotema omnipresente’ me interesa una higa. O al menos está en una posición tan bajuna como él mismo. Mi interés se centra en la familia y amigos, pacientes, la deriva de mi sexualidad y si la novela, a punto de salir a la luz de este mundo, tendrá buena acogida o, al menos, no será mal leída. También debo decir que la enumeración anterior cambia de orden según día y estado de ánimo.

Dicho lo cual debo constatar que hace unas noches sí estuve contemplando el debate a siete. Me recordó el juego de las siete y media, en el que, como decía Muñoz Seca por boca de don Mendo: malo es si no llegas pero ¡ay! si te pasas…si te pasas, es peor. Y como en el juego, todos se pasaron o  no llegaron según las cartas que la moderadora iba repartiendo. Los representantes de las diferentes opciones políticas, si se me permite el símil, sin ánimo de ofender dios me libre, se centraron más en hacer en humano lo que los canes al salir de paseo: cada cual marcó ‘su territorio’ de forma excluyente, eso sí, y por fortuna, de un modo más higiénico que el de los chuchos… aunque con idéntico hedor a ácido fénico.

Con las mimbres que a los espectadores nos mostraron poco cesto puede hacerse. Si acaso uno, de mala urdimbre y lleno de agujeros. Y no soy pesimista.



Con lo ‘del mal de Cataluña’, por calificarlo de algún modo, ocurre como con La Parrala: unos decían que sí, otros decían que no…pero ninguno sabía/el porqué de la agonía/que la estaba consumiendo.

¿O algunos lo saben? ¿Y tienen el remedio? Tras escuchar a los siete, que no magníficos, escasas esperanzas (me) caben. Al tiempo.