Dudas
Santos Rejas Rodríguez
Cuando me surge una duda existencial me acerco a una
tienda próxima a mi casa y pregunto al dueño. Chino él. Muy versado. No en vano
porta la carga genética ancestral… y la del futuro en ciernes.
Hoy ha sido uno de esos días. Cuando entré estaba
hablando con un cliente. Mi intento de mantenerme a cortés distancia lo
impedían las dimensiones del local, estrechas, por lo que su conversación llegaba
con nitidez a mis oídos: ─Mi mujer, decía el cliente, ─hace unos años, por
temor al qué pasará, se empeñó en guardar en casa algo de dinero. Sacó de la
cartilla mil quinientos euros…Tres billetes de quinientos, que no abultan nada
y se esconden bien, según ella… ─Ahora, con la retirada de la circulación…
Y aquí le interrumpió el dueño. El chino: ─No los
han retirado. Siguen siendo billetes de curso legal. Sin fecha de caducidad. –Pero
es que…musitó el hombre…
En ese instante, Chang, que así lo llamo en mi intimidad,
preguntó por mi deseo: ─Estoy buscando algo que no sé si existe…un aparato para
quitar las pelusas de una chaqueta de lana… ─ ¿Manual o a pilas? Respondió en
el acto…Mientras ponía ante mis ojos los modelos, el cliente previo continuó
con su tema: ─Hoy he ido al banco a cambiar los billetes. Y he tenido que
rellenar un impreso con mis datos. Me han dicho que es obligatorio.
─ ¿Y para qué los cambias, amigo? preguntó mientras
colocaba pilas al modelo elegido. ─Dentro de un tiempo tendrán un valor
superior al facial. La ley de la oferta y la demanda. Si van retirando los que
se ingresan y no fabrican más, los que permanezcan subirán de precio… la gente
que los necesita, que existen, pagarán por ellos. Y encendiendo el corta
pelusas comenzó a hacerme una
demostración en vivo.
Para mí, remató Chang mientras me mostraba el
depósito lleno de pelusas, la medida ha sido un golpe maestro del Gobierno…y su
mirada se fundió con la sonrisa. Chinescas ambas. Insondables.
Al regresar a mi casa, la visión de las pelusas
sesgadas por las cuchillas del aparatejo me trajo el recuerdo histórico de otro
cachivache que separaba las cabezas de los troncos… en un pis pas.
Inmisericorde, y olvidado, artilugio ¡ay!