lunes, 30 de abril de 2012

Ana

Ana

Santos Rejas Rodríguez
Santos Rejas Rodriguez |
nuevatribuna.es | Actualizado 29 Abril 2012 - 18:43 h.
 
Te podría haber dado cualquier nombre: Isabel, Amparo, Imma... Que más da. Atractiva. Con independencia familiar y económica. Confortablemente establecida: apartamento con inacabable hipoteca, coche y una cuenta corriente con pocas cifras pero suficiente para no generar ansiedades. Llena de vida... Pero, en la hora mágica de la media-noche, cuando la princesa se convierte en cenicienta, cuando no es posible fingir, entreví, supe, de tu soledad. De esas tardes interminables tumbada en el sofá, mirando sin ver cualquier programa de TV, con el teléfono al lado, silencioso; inexplicablemente silencioso. Testigo mudo de la desesperanza de tu alma joven. Profesionalmente realizada. Personalmente vacía. Hablamos de esas mujeres que sobrepasada la treintena acuden a consultas de psicólogos u otros profesionales de almas y cuerpos pretextando trastornos nimios, sabiendo ambos, mujer y profesional, que la esencia de los mismos es el desamor, la ausencia de comunicación íntima, y estable, con otro ser. Y subyaciendo al problema, el egoísmo, la cobardía, el temor a perder el confort material adquirido a cambio de los problemas, las renuncias personales que suponen el compartir la vida con otro ser. Es el precio a la independencia, a la liberación de hombre y mujer. Y tu tristeza infinita inundó también mi alma. Y me sentí, en parte, responsable de tu soledad. Me pregunté si ese era el resultado del modelo de sociedad por el que luchamos años atrás, cuando los ideales presidían nuestras vidas, cuando nos sentíamos supeditados a un orden político único, atados a una concepción familiar celular, atrapados por una religión unitaria y directiva de nuestras vidas. Y luchamos contra todo y rompimos con todo: régimen político, familiar y estado confesional. ¿Qué nos quedó? La libertad para elegir. Muy hermoso. Pero quizás faltó algo: inundar de esperanzas a quienes nos seguían; dejar abiertos caminos donde fuera necesaria la compañía solidaria del otro olvidando el egoísmo personal. No fomentar la competencia absurda y excluyente. Y sobre todo dejar un punto de referencia para reencontrar el camino cuando uno se adentra por el equivocado y desea rectificar. Lo siento por la parte que me toca. Algunos, muchos, no entenderán nada de esto. Pero tu si, Ana. Tú lo entenderás.

http://www.nuevatribuna.es/opinion/santos-rejas-rodriguez/2012-04-29/ana/2012042918432400223.html

jueves, 19 de abril de 2012

Ansón: Me gusta y estoy de acuerdo

Si persiste la coacción de Merkel, Rajoy debe advertir que España se saldrá del euro



YA ESTÁ bien de regañinas. Ya está bien de advertencias. Ya está bien de inspecciones. Ya está bien de amenazas, a veces tocando la boca, a veces la frente. España es una vieja nación que siempre ha pagado sus deudas. Incluso, entre 1936 y 1939, lo hicieron los dos bandos de la guerra incivil. Resulta cada semana más indignante la intromisión de Angela Merkel y sus peones europeos en la política interior de España, presidida por un líder serio que arrolló en las elecciones generales con mayoría absoluta, frente a la incertidumbre democrática de un tecnócrata colocado a dedo en Italia.
España, integrada en la Unión Europea, pertenece a la zona euro y con ella comparte beneficios y responsabilidades. Parece lógico que las autoridades europeas exijan a nuestro país que rectifique los despilfarros de Zapatero porque el déficit disparado y la deuda acrecida perjudican la estabilidad de la moneda común. Hasta ahí, la posición europea resulta razonable. Pero si Mariano Rajoy ha anunciado que en el año 2013 el déficit español se situará en el 3%, los dirigentes europeos, con Angela Merkel a la cabeza, deben abandonar las regañinas y las coacciones, cuando no los abiertos chantajes, dejando en paz al presidente español y retirando las narices de la política interna de España. Su papel no debe ser otro que esperar. Si Rajoy no cumpliera con el déficit comprometido, entonces a todos parecerá aceptable que las autoridades europeas adopten medidas de control. Hasta entonces hay que exigirles que se dejen de monsergas y de dar la lata.

Si Angela Merkel y sus peones persistieran en el acoso y la coacción, Rajoy debería advertirles claramente que España se saldrá del euro. Nuestra nación no es ni Grecia ni Portugal ni Irlanda, dicho esto con el máximo respeto hacia esos países. España está instalada entre las diez grandes potencias económicas del mundo y si anunciara su abandono del euro terminaría con todo el tinglado amorosamente levantado por Alemania en torno a la moneda única. Rajoy no tiene por qué caer de hinojos ante el chantaje o la coacción. Está en sus manos una parte sustancial del destino del euro y debe hacerse valer como corresponde a la seriedad tradicional de la gran nación española. La debilidad zapatética ha concluido. La gentil marioneta Elena Salgado ha sido sustituida por economistas de ancho prestigio como Montoro y Guindos. Ni estamos en la situación de Grecia o Portugal ni en la incertidumbre de Monti. Hasta diciembre de 2013, Rajoy debe tener las manos libres, gestionar la política que considere más conveniente para cumplir con los objetivos europeos y exigir que le dejen en paz. Algunos de los colaboradores monclovitas del presidente del Gobierno se han convertido en pavos reales con las colas desplegadas y no sé si entre tanto contoneo dejarán calibrar a Rajoy la realidad de las cosas y las potentes cartas que tiene en las manos para jugar con fuerza la baza española en la Europa unida.

Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española
19/04/2012