viernes, 21 de agosto de 2015

Soledad

Soledad…

Santos Rejas Rodríguez

Del tendedero pende una braga solitaria. Lleva cuatro días de soledad. Quizás la usuaria se olvidó de ella; o está ausente; o la ha dejado colgada como castigo por una acción a destiempo: seguir protegiendo cuando no procedía o ausentarse en momento inoportuno…



Llamó mi atención cuando abrí la ventana de la habitación de hotel el día de mi llegada. Quizás por ser la única prenda del tendedero…o por su color, verde acanalado, que actuó como fase de semáforo permisivo al paso de miradas. Aun así la atención prestada fue fugaz, de ojeo rápido. Los pormenores fueron añadiéndose en los días posteriores por la persistencia de la braga pendiendo de la cuerda. Me resisto a denominarla ‘braguita’, término  que denota alejamiento vergonzante para eludir su verdadero nombre y que recibe aun cuando se trate de talla XXL…o más. Esta braga, sin el eufemismo innecesario, verde acanalada, es de una talla mediana – inferior. Para culo estilizado y ausente de adiposidades o estrías indeseadas, y, posiblemente, respingón. De los que a lo largo de caminarlo por la vida provocará dolores en los bajos  vertebrales de la usuaria. No se perciben hilachas, desgastes ni decoloraciones en las zonas más críticas. Es decir, y en resumen, tiene poco uso, y está limpia. Podría ser utilizada en el instante que su dueña la descolgara…

Han pasado seis días desde que dejé el hotel y continué viaje. En esta tarde incierta, pre tormentosa, la forma de una nube volandera me la ha traído a la memoria. Y mientras miro cómo va evolucionando hacia la montaña a la que finalmente llegará, me pregunto: ¿Seguirá colgada aún?  ¿Habrá encontrado monte en la que posarse y retornado al uso protector para el que fue creada? Y de ser lo último ¿sin rencores… o provocará escozores vengativos?


Destella el primer relámpago. Trueno tardío, muy lejano… quizás de allende donde cuelga una braga. Tan sola.

domingo, 16 de agosto de 2015

Contratiempo...

Contratiempo…

Santos Rejas Rodríguez

Al mismo tiempo que atravieso el Pisuerga a su paso por Valladolid aprovecho para calcular si, rebañando de aquí y de allá,  puedo reunir lo suficiente para crear un fondo buitre y cambiar alguna de mis actividades diarias de cara al próximo curso invernal. En especial para dejar de lado lo de acudir a las obras para ver cómo las ejecutan. Me es cada día más fatigoso ver  trabajar a lo físico.



Y en esas andaba cuando, tras haber atravesado el Parque de ‘el Catarro’ y adentrarme en zona urbana, casi me doy de bruces con una pareja, de ella y él, que salían de una tienda de telefonía. Fue él, en concreto, quien sustituyó mi hoja de cálculo mental por una frase que dirigió a la chica: ‘Te lo has gastado en un contratiempo que no te esperabas y encima en un móvil que es necesario’.

Frase que sin duda hará las delicias de los lingüistas por aquello del castellano en cuna vallisoletana. A mí me despertó unas neuronas psicoanalíticas que ya había dado por perdidas. Porque el joven la soltó de tirón, desde lo muy interior y con el tono de quien está tumbado en diván terapéutico y musita lo primero que ha pasado por su mente haciendo caso a las instrucciones recibidas por el profesional de la conducta…

El apoyo incondicional a la joven del contratiempo inesperado, la críptica frase y la intensidad con que la miraba, toda para ella, que casi me cuesta el desplazamiento de la acera, me hizo concluir que estaba presenciando un cortejo amoroso en su fase inicial, la del aturdido atontamiento del ser y no estar, o estar pero no ser...


También puede, y no lo descarto, que todo lo interpretado fuera producto del Pisuerga y del airecillo fino de un Valladolid agosteño. Así que con las mismas me senté en una plaza recoleta a gozar del momento, retomar la hoja de cálculo…y una cerveza fresquita.

sábado, 8 de agosto de 2015

Reflexiones al calor

Reflexiones al calor

Santos Rejas Rodríguez

El frigorífico ronronea como gato al que se acaricia el lomo. Feliz. Ignora que cuando se retira el cable que le une a la toma eléctrica, le corten el fluido al cordón umbilical que lo alimenta y da energía, irá perdiendo la cualidad para la que ha sido fabricado y se irán descongelando y calentando todos los alimentos que le fueron confiados para su conservación hasta llegar al deterioro que los hará inconsumibles.



Y en esta  meditación me encontraba para distraer el calor cuando la reflexión me condujo, ineluctablemente, al ser humano, individual… pero complejo. Porque lo uno lleva a lo otro. Y al  humano, cuando se le desconecta el cordón que lo tiene unido a la fuente de energía universal,   lo que porta en su interior se deteriora en tiempo variable según el estado de uso y la fecha de fabricación. 

El aprovechamiento de su contenido es escaso y el reciclaje del total, o su reconversión en un más allá del acá, se sigue ignorando tras más de dos mil años de indagaciones en las que ni se han podido obtener unas mínimas coordenadas para alimentar un GPS de lo eterno.


Distraído en estas lucubraciones, inútiles donde las haya, me quedé dormido de puro recalentamiento del motor interno y sus aledaños. Al despertar he ido a la cocina. Miro al frigorífico tomando mi café mañanero.  Lo dejo enchufado. En modo vacaciones, claro, veremos al regreso…