Ese dedo pulgar
Santos Rejas Rodríguez
Es un dedo que no apunta ni señala, como su vecino índice;
ni presume de su utilidad ni asume protagonismo. No lleva anillos como su
compañero anular, ni horada la cavidad auditiva para atemperar picores, como el
meñique ni, mucho menos, se denomina ˂˂corazón˃˃. Es un dedo escondido, a tras mano.
No hace sombra a sus compañeros de mano pese a su utilidad
innegable: hace pinza con el índice para asir el útil con el que ahora escribo,
para apresar a la aceituna que, solitaria en el platillo, se resiste a ser atrapada o para calibrar la pizca de sal que dará el toque de sabor al
guiso…También para alzar la copa y brindar por el mejor invento existencial: la
vida.
Un dedo que ha servido, y sigue sirviendo, como seña de identidad
de quien no sabía o sabe refrendarla de otro modo, estampándolo en documento
público o misiva llegada a un cuartel de los de antes…
Es el dedo que en el caminar de vida, asidas las manos, se hace
presente cuando con la suavidad que le caracteriza, para no molestar, acaricia
con dulzura el dorso de la mano que a la suya hace compañía…