Arco asombrado
Santos Rejas Rodríguez
“El asesinato es una forma de actuar impropia,
altamente inadecuada, y no me importa decir que todo hombre que interviene en
un asesinato tiene un modo de pensar muy incorrecto y unos principios muy
erróneos (…). Pues si un hombre se deja tentar por un asesinato, poco después
piensa que el robo no tiene importancia, y del robo pasar a la bebida y a no
respetar los sábados, y de esto pasa a la negligencia de los modales y al
abandono de sus deberes’.
Ensimismado en el párrafo anterior llegué a los aledaños
de la plaza mayor de Cáceres dispuesto a sumergirme en la ‘parte antigua’, como
la llamamos coloquialmente. Venciendo el impulso de adentrarme por el lateral
del arco en esviaje, facilitador de la buena marcha de carruajes, me dije que subir escaleras es
ejercicio aconsejable y decidí atacar de frente la subida hacia la Ciudad
Patrimonio de la Humanidad. Y el atacado fui yo.
No podía creer lo que mis ojos contemplaban.
Parasoles inmensos ocultaban parte del Arco de la Estrella abierto en la
muralla de acceso al recinto. Quizás sea, me dije, algo puntual…el rodaje de
una película tras el de Juego de Tronos…Pero no. Una persona amable, empleada
del establecimiento hostelero, me informó que la terraza con sus parasoles
gozaban de la correspondiente autorización del ayuntamiento cacereño…
Mientras me alejaba, y sin duda como mecanismo de
defensa por el asombro de la sombra, mi mente retornó al escrito de DeQuincey ‘Una vez empezada esta marcha cuesta abajo, no
se sabe nunca dónde pararse…”
Y en esa meditación hubiera continuado de no ser por
una frase salida por las ventanas de uno de los palacios, puede que del
episcopal, que con el acento inconfundible de Zidane, decía ‘Ahí pasa algo’.
Y me adentré en la Concatedral
de Santa María para unas preces…por ver si…