viernes, 18 de septiembre de 2015

Vientos...

Vientos…

Santos Rejas Rodríguez

Cuando viajo en Metro, y el trayecto es largo, suelo ocupar el tiempo en leer o pensar. En esta ocasión ni lo uno ni lo otro. Mentalmente respondía a preguntas de una estúpida canción que, de forma insidiosa, me había invadido en un momento de descuido. “¿Y quién es él?” –A ti que te importa…”¿En qué lugar se enamoró de ti?” –Te estás desviando de lo esencial…”¿A qué dedica el tiempo libre?” –Te puedes imaginar a qué y con quién…

Y así hubiera continuado de no haberme interrumpido una voz surgida del fondo del vagón:-‘Perdón si les molesto…’ –Pues claro que molestas, dije, pero al ser mi respuesta mental, continuó: -‘Soy un chico que vive en la calle y no tengo casa…’ –Las políticas sociales, respondí también a mi coleto. –‘Duermo en cartones y plásticos…pero con el temporal se me han volado esta noche…’ y ahí me inundó un silencio interior. Muy espeso.


Los mecanismos de defensa están para algo. Mi ánima, de inmediato, sustituyó la ‘voladura’ por lo de ‘cuentan de un sabio…’ el que se decía pobre y mísero. Y comencé a disgregar: ¿pobre un sabio? – Sí, es posible, pero ¿mísero? Mísero lo es un desnortado. Uno que gime ¡ay, mísero de mí! en un cubil al que ha llegado sin saber porqué ni cómo. Que incluso puede añadir ¡ay, infelice!  Y preguntar a lo alto ¿qué delito cometí? Pero ¿un sabio mísero?...para mí que no…


En esto llegué a mi destino y me bajé a escape dejando en el vagón la tabarra de…”es un ladrón…que me ha robado todo” entre un revoltijo de cartones y plásticos...

Musitando al cierre de puertas: - ¡¡gil…que eres un gil!!…

lunes, 7 de septiembre de 2015

Inventario de verano

Inventario de verano

Santos Rejas Rodríguez


La proximidad de un nuevo año, cada año, se llena de propósitos: dieta saludable, ejercicio diario, aprender a tocar la guitarra e, incluso, practicar inglés para las escapadas a Londres aunque allí ningún nativo haga el menor esfuerzo para entendernos. Ni siquiera contigo lo hicieron…
Todos los propósitos son producto del invierno oscuro. Por ello las intenciones se pierden en la bruma, se disuelven con la lluvia o se congelan de frío.
El verano es diferente. El sol y el calor nos inunda  y hacen que la estación sea la de los despropósitos bajo el paraguas de ‘estoy de vacaciones y ya tendré tiempo en invierno de dietas en el comer, beber y…en lo que sea, además de aprender guitarra y practicar inglés’. Lo que toca ahora, pues, es darle gusto al cuerpo y, si queda hueco, al espíritu.
Y este verano vacacional, que hoy termina para mi, ha estado pleno de viajes: mar, montaña, patear lo urbano,  copas,  encuentros y reencuentros…y más copas. Alguno de estos últimos –los reencuentros- con personas que fueron muy queridas en primer plano y quedaron atrás a causa del río de la  vida que fluye en torrentera cuando le place y forma estanques a su capricho…  



Así ha ido cincelándose este verano especial. De vino y rosas a la luz del día, incierto en el atardecer y de creciente desolación con la llegada del crepúsculo, cuando la oscuridad de la noche comienza a traer tu ausencia y el frío de la nada. Tan insoportable…