Vientos…
Santos Rejas Rodríguez
Cuando viajo en
Metro, y el trayecto es largo, suelo ocupar el tiempo en leer o pensar. En esta
ocasión ni lo uno ni lo otro. Mentalmente respondía a preguntas de una estúpida
canción que, de forma insidiosa, me había invadido en un momento de descuido. “¿Y
quién es él?” –A ti que te importa…”¿En qué lugar se enamoró de ti?” –Te estás
desviando de lo esencial…”¿A qué dedica el tiempo libre?” –Te puedes imaginar a
qué y con quién…
Y así hubiera
continuado de no haberme interrumpido una voz surgida del fondo del vagón:-‘Perdón
si les molesto…’ –Pues claro que molestas, dije, pero al ser mi respuesta
mental, continuó: -‘Soy un chico que vive en la calle y no tengo casa…’ –Las políticas
sociales, respondí también a mi coleto. –‘Duermo en cartones y plásticos…pero con
el temporal se me han volado esta noche…’ y ahí me inundó un silencio interior.
Muy espeso.
Los mecanismos de
defensa están para algo. Mi ánima, de inmediato, sustituyó la ‘voladura’ por lo
de ‘cuentan de un sabio…’ el que se decía pobre y mísero. Y comencé a
disgregar: ¿pobre un sabio? – Sí, es posible, pero ¿mísero? Mísero lo es un
desnortado. Uno que gime ¡ay, mísero de mí! en un cubil al que ha llegado sin
saber porqué ni cómo. Que incluso puede añadir ¡ay, infelice! Y preguntar a lo alto ¿qué delito cometí? Pero
¿un sabio mísero?...para mí que no…
En esto llegué a
mi destino y me bajé a escape dejando en el vagón la tabarra de…”es un ladrón…que
me ha robado todo” entre un revoltijo de cartones y plásticos...
Musitando al
cierre de puertas: - ¡¡gil…que eres un gil!!…
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