HALLEGADOS
Santos Rejas Rodríguez
Alguna de mis reseñas biográficas comienza: ˂extremeño
con residencia en Madrid…˃ porque con ligeros paréntesis mi transcurrir de vida ha estado a
caballo entre ambas comunidades. Mi raíz es extremeña, de nacencia, como me la
hizo sentir mi entrañable amigo y paisano Jesús Delgado Valhondo quien hace años
decidió irse a recitar su poemario a un más allá inexplicable.
Año tras año, próximas las fechas que ahora transitamos, las de
Navidad, bien en Auto Res o en aquel Lusitania Exprés, el tren de los grandes
expresos europeos que partiendo desde la estación de las Delicias llegaba hasta
Lisboa haciendo parada en Cáceres, yo acudía al cobijo de mi hogar familiar.
No he sido de avisar de mis idas o venidas, ni mis horas de
llegada. Me ha gustado la sorpresa y no me ha ido mal. Quiero decir que no he
sufrido ninguna desagradable por presentarme de improviso…ejem. Por esta
circunstancia, y por razones laborales o de otra índole, era frecuente que no
estuviera mi padre en casa. Mi madre sí, unas veces porque me presentía…o yo la
había puesto en antecedentes.
En esos casos, en los de ausencia de mi padre, sin casi dar tiempo a meter la maleta en mi habitación y mucho menos a hacer caso al mandato de mi madre de ˂hijo come algo˃, sonaba el teléfono. Al ˂Diga, diga˃, de Curro, nuestro loro, que por aquel entonces cumplía sus veintitantos años de estancia en la familia, descolgaba mi madre mientras decía: ˂será tu padre, es la tercera vez que llama˃, y a la pregunta de: ¿˂Ha llegado Santos? ˃, respondía mi madre: ˂Sí, ha llegado˃, mientras me alargaba el teléfono.
Cuando se dictaron las normas para viajar en estas fechas y se limitó
la libre circulación a familiares y ˂ha llegados˃ no tuve que pedir aclaración
sobre el término. También supe que no iba conmigo. Que Curro, nuestro loro,
murió hace años, bien cumplidos los cuarenta, y no va a emitir su ˂diga, diga˃ porque
tampoco hay teléfono que suene, ni mi madre responderá ˂Santos ya ha llegado˃
ni desde el otro lado de la eternidad mi padre preguntará por mí…Aunque en mi
interior yo siga escuchándolo.
Pues eso, snif, snif.