jueves, 29 de enero de 2015

Amistad

Amistad

Santos Rejas Rodríguez

No hubo pretensión de escuchar la conversación de las dos mujeres, amigas, que se hallaban sentadas a una mesa adyacente a la mía, pero la distancia de separación era menor a un brazo extendido, no muy largo y encogido por la artrosis. Además me sentí prendado por la musicalidad de sus voces y porque ambas guardaban tiempo de silencio para escuchar a la otra. Tiempo medido. Como la cadencia del reloj de los jugadores de ajedrez. ¡Y tan atenta la una de la jugada de la otra…! y también viceversa, como escribió el poeta.
Exponían, cada cual en su turno, el problema que cada una de ellas portaba sin resolver. Habituales de la vida de hoy y también de ayer. Inmersa en un litigio de divorcio sin acuerdo, la colateral a mi.  Una de esas separaciones de daño mutuo. Como de revancha por haberse querido inútilmente, sin sacarse el provecho esperado.
La otra bajo la sospecha de la infidelidad, pero sin querer creer. La desazón de alma de quien ama y aprecia desarmonías en el ser amado…



Ni una ni otra usaron de consejos o apelaron al ‘y yo peor’…La música tenue de la cafetería, el hablar pausado de ellas, la escucha atenta, me hicieron recordar una sesión psicológica pero sin  espera de diagnóstico ni demanda de tratamiento. Un vacío de dolor de alma escuchada. Simplemente.
El remate final, tras el consumo de un té y una cerveza sin alcohol que habían utilizado para ir deglutiendo pausadamente la conversación, fue el intercambio de obsequios navideños ¡tan retrasados! Y las expresiones y muestras de cariño al contemplarlos. Retrasados sí, pero muy a tiempo para hacer brillar los ojos empañados por lágrimas de amistad. Y los de un desconocido anónimo cercano…

(Publicado en el diario digital nuevatribuna.es:


martes, 20 de enero de 2015

Encuentros sorprendentes

Encuentros sorprendentes…

Santos Rejas Rodríguez



Viajaba en el autobús 21, en ruta hacia la Castellana, mientras iba pensando en las inteligentes medidas de nuestro Ayuntamiento para reducir, e incluso eliminar, la contaminación que nos tiene emboinados desde el inicio del año ¡que llueva, que llueva! cuando bruscamente, y sin mediar frenazo alguno del vehículo, mi atención quedó prendida como flecha en diana en ¡Rosa Diez comprando cupones de la ONCE! ¡Y frente por frente de la sede del PP! de la Calle de Génova.
Olvidando mi destino apreté el botón de parada y me apresuré calle arriba para allegarme al encuentro de su señoría.
¿Qué motivación ignota había desencadenado mi acción? Lo ignoraba. Una conducta más a añadir a la cadena de inmotivadas, o sin sentido conocido, que ocupan un almacén desde mi uso de la razón…
¿Qué iba a decirla, o callarme, al tenerla frente a frente? Hola: ¿Buscando financiación para la próxima campaña? ¿Contribuyendo a una acción social? ¿Enfurruñando a Ciudadanos? ¿Más…? ¿Guiñando al PP? o  ¿Incitando a Podemos? Tampoco fui capaz de darme respuesta. Sí sabía, corazón, dónde estabas. Oía tu palpitar… y cada vez más acelerado por la prisa y el respirar entrecortado por la contaminación bajera.



No hubo lugar ni a preguntas ni respuestas. ¡No era ella! Puedo asegurar, y aseguro, que era su doble exacto. El que buscan con ahínco quienes se dedican a otras áreas del mundo del espectáculo.
¿Qué hacer ante el fiasco? En esta ocasión la respuesta fue inmediata ¡compra una tira para el cuponazo! Por si los dioses quisieran compensar el esfuerzo y aliviar mi desazón por la oportunidad perdida. Quizás para siempre, ¡Oh fortuna, que esquiva eres...!
(Publicado e nuevatribuna.es:

martes, 6 de enero de 2015

CUMPLEAÑOS...

CUMPLEAÑOS…


Santos Rejas Rodríguez



Celebrar el día del nacimiento suele ser costumbre
 extendida. Al menos, en mi entorno socio familiar, lo es. Por fortuna algunos de los ritos tradicionales de mi niñez se han extinguido, como los cruentos tirones de orejas, venganza para resarcir los agravios infligidos a lo largo del año. Pervive la tarta aunque transformadas las velas tradicionales en la de dígitos por aquello de la economía espacial…

Sirve también la conmemoración para llamar, o
 viceversa, a la persona amiga; prometiéndonos mutuamente, una vez más, que nos tenemos que ver y hablarnos. Esta vez de verdad.

Es un celebrar de la llegada a la vida. En día
señalado. Recordado una vez al año. En compañía…


¡Qué diferencia con el cumpleaños de muerte! También ocurrido en fecha fija, sí, pero de recuerdo presente. Y, por lo general, en soledad íntima.

En este que ha sido tu cumpleaños de fecha, 
cincelado en el pensamiento día a día, y haciendo caso al  -¡No te guardes todo, háblalo! que me decías, apropiándome de palabras de Manolo García, tu favorito entre los favoritos, quiero decirte que:

 ‘Quedaba mucho por hacer/quedaba 
mucho/porque de ti volví a aprender lo necesario/Del brillo de tus ojos, a disfrutar del tiempo lento/A tirar del lastre, de eso que es el existir…Y muchas cosas más de ti aprendí/Y quedaba mucho por hacer/recoger los sueños en las noches frías…A robarles el tiempo al minutero…Y quedaba mucho por hacer…quedaba mucho’

Cómo duelen los cumple días de ausencia, cómo 
duelen… 

¡Quedando tanto por hacer!