viernes, 16 de diciembre de 2016

Hojas...

Hojas…
Santos Rejas Rodríguez

Tras la ventanilla del autobús que me lleva a cualquier parte en busca de un algo indeterminado, contemplo el indolente caer de las hojas de otoño.

Vete a saber si relacionado con algún asunto que vaga por mi inconsciente, o por pura envidia, se desprende de mi novela interminable una hoja con personaje incluido. Sin darme respiro, el aparecido me susurra: ‘cómo se equivocan ellas poniendo su querer donde no deben…’

En lugar de bajarme del vehículo aprovechando la excusa de que un pescadero fuera del puesto acaba de habitar el autobús, mi consciente, que es más inconsciente que el freudiano, entra al trapo y contesta: ‘Ellas son superiores. Sin la menor duda. Siempre saben lo que quieren. Si los hombres lo tuviéramos tan claro, nuestras vidas serían más vida…’

Hubiera preferido una respuesta irónica. Incluso caustica o despectiva. Un ¡Ja! Por ejemplo. En su lugar, sin saber cómo, mi personaje indómito canta por boca de la chica sentada a mi vera: ‘Ya no puedo vivir así, durmiendo con él y pensando en ti’.


El ímpetu con que me bajo del autobús casi me hace poner el pie encima de un corazón tirado en el suelo. Y pensar, me digo al alejarme, que el abandonado entre hojarascas fue as de los corazones…

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