Ganas de…
Santos Rejas Rodríguez
Ignoro sus vidas, relación, antecedentes y consecuentes…el
aquí y el ahora es mi única referencia.
El aquí es una cafetería en este mi Madrid de adopción. El
ahora es la del aperitivo en el inicio de la semana del nuevo año. Los
personajes son un él y una ella de edad mediana, o sea, en la cuarentena indefinida.
De testigo, mudo, un niño de poca edad; quizás tres o cuatro años, que duerme
sobre el carrito infantil.
La mesa adyacente a estos personajes está vacía. Sobre ella
deposito cuaderno y barra de pan. El chaquetón lo cuelgo en el respaldo de la
silla. Me dispongo a acercarme a la barra para solicitar la consumición.
En ese instante oigo, y escucho, la frase que el él le
dedica a ella: ‘que te he dicho que me escuches, que me prestes atención…’ sin
levantar la voz, en sordina de pistola con silenciador. Y añade: ‘que me mires
de una puta vez y atiendas cuando yo te hablo’. Y esta vez enmarcando una
sonrisa que perfila unos labios apretados, crueles.
Y ella, obediente, lo mira como animal vencido por un depredador
implacable.
Contengo mis ganas de acercarme y decirle a ella: ¡Mándale a
tomar por c…! Las que siento con respecto a él no puedo reseñarlas por escrito,
creo que es delito…
Retomo el chaquetón a mis hombros. Recojo la barra de pan y
el cuaderno. Renuncio a un aperitivo que incrementaría los ácidos que se me han
formado en el estómago. El niño duerme. El año, el de siempre, sigue su
curso.
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