miércoles, 24 de agosto de 2016

Series para pensar

Series para pensar

Santos Rejas Rodríguez


Al filo de la madrugada he terminado de ver el quinto y último capítulo de la serie televisiva Doctor Foster. Al margen de su calidad, no sorprendente en las producciones de la BBC, me ha atrapado la temática. Nada original, por cierto. Diría que incluso vulgar, en el sentido de habitual, desde el instante en que el hombre, y la mujer, acordaron emparejarse: la infidelidad.





Para quienes no la hayan visto y tengan curiosidad de hacerlo no he desvelado ningún secreto que  la chafe. Desde los primeros minutos de secuencias se insinúa que será el tema principal.

Los diferentes ángulos de visión sobre la infidelidad, y sus añadidos, según las personalidades de los sujetos implicados, tanto principales como secundarios, han sido, sin duda, los que me ha asido a ella, inquietado, producido cierto desasosiego e impulsado a compartirlo entre los amigos que tenéis la paciencia de leerme. Y no sólo por la incidencia emocional que pueda tener, que también, sino porque creo que la observación de las conductas de los personajes, de todos, es enriquecedora en el ejercicio de nuestras profesiones y vida cotidiana.

Quienes trabajamos en los ámbitos de la psicología, medicina, trabajo social, derecho, humanidades, vivir… constituimos el grupo de este blog, a quienes hay que sumar ‘yo no soy psicólogo, pero…’ es decir, algunas centenas.
Por razones profesionales, de amistad u otras circunstancias, os habrá llegado o llegará un ser humano que, como todos nosotros, siente, vive, piensa, ríe,  opina, ama, cree, llora… recabando opinión, ayuda o consejo por estar inmersa en un situación de infidelidad, obligándonos a hacernos preguntas: ¿Qué hacer? ¿Qué aconsejar? ¿Qué es lo acertado? ¿Qué camino seguir y cómo? ¿Lo menos dañino? ¿Para quién? ¿Con el corazón o con la mente?

Viendo la serie es inevitable tomar partido pero, al igual que en la vida, se irá modificando según los matices y  circunstancias sobrevenidas, reacciones y… estado emocional que nos embargue, lo que nos obligará a pensar y repensar las respuestas a los interrogantes anteriores.

Al final las conclusiones, y puede que moraleja, estarán adobadas por un desasosiego interno tan confuso como el que siento en este instante y serán tan variadas como el género humano al que pertenecemos; tan humano a veces. 

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