REGALOS
Santos Rejas Rodríguez
Me estaba preguntando si en la facultad de que los patos floten en el agua
subyace el principio de Arquímedes o si ya disfrutaban de esta misteriosa
cualidad antes de que el griego se sumergiera en la bañera y se librara del
ahogamiento gracias a la ocurrencia que tuvo en el último instante cuando me
distrajo un chirrido de arrastre de sillas metálicas. Dos chicas de edad
mediana estaban ocupando la mesa de terraza situada a la izquierda de la mía.
Hermanas, además. Lo deduje porque, mientras se sentaban, una preguntó a la
otra: -¿Qué le has comprado a mamá? –Un bolso y zapatos a juego, contestó la
aludida pasando a ser preguntona: -¿Y tú? –Unas flores secas, que las que tiene
en el recibidor huelen ya a moho y una botella de Chivas. –¿De whisky? Pero si mamá no bebe alcohol…-Pero papá, sí.
Ya sabes lo sensible que es. Si todos los regalos son para mamá se va a sentir
fatal. Además que como tiene la tensión baja… -Ya. Pues la cara que va a poner
nuestra querida madre. Dirá que es su día, y que cuando fue el día del padre a
ella no le regalamos nada. Pero bueno, allá tú y tus ocurrencias…Por ahí vienen
ya.
Era aún temprano para irme a comer. El sol tibio y el aire en calma
invitaban a terraza. Me apetecía un segundo vino de la rioja, alta o baja. Miré
en dirección a quienes se acercaban. Después a la mesa de las chicas con sus
envoltorios de regalos…Me levanté de mi silla y pagué mi consumición.
Me hubiera gustado quedarme, observar la apertura de los paquetes y
acercarme al grupo y preguntarles qué consideraban lo esencial: ¿Los regalos en sí?
¿Arquímedes? ¿Su principio?... ¡O la existencia de los patos! Pero creo que no
me habrían entendido. Y hasta quizás asustado. Así que fuime sin hacer
preguntas.
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