domingo, 31 de mayo de 2015

Porras...

Café con porras…

Santos Rejas Rodríguez

En una de las tres sillas vacías que rodean la mesa del café posé la bolsa de El Corte Inglés que contenía el pantalón verde desvaído –entre herbazal y follaje- que me acababa de comprar. ¿Porqué lo de las perforaciones? Me preguntaba. No del pantalón, claro, sino las de la bolsa; las que  desde hace un tiempo impiden reutilizarlas para contener  basura doméstica. Esos agujeros las han hecho inútiles para arrojar en ellas, por ejemplo, cáscaras de naranja. Por bien exprimidas que estén siempre soltarán un zumillo que se colaría  hasta el hondón del cubo…y no digo nada de la lata de mejillones, que hagas lo que hagas, pringa.

A punto estaba, creo, de hallar una hipótesis pertinente para resolver la incógnita cuando una voz, rotunda, procedente de una mesa próxima, me desmadejó: -¡Porras, no! ¿¡Quieres que me ponga como la Chelo!? ¿Cómo un botijo? Para ordenar sin pausa: ¡Mollete de jamón con tomate y aceite virgen! ¡Déjate de fritangas…!



Con cierta precaución, algo intimidado, miré disimuladamente  hacia el lugar de procedencia de la voz sargentona, quedando intimidado del todo. Me es difícil describir con detalle a la propietaria de la voz ya que mi mirada de soslayo retornó automáticamente a la bolsa de El Corte Inglés donde se quedó fija, sin pestañeos apreciables. Puedo decir, eso sí, que se trataba de una mujer  guapa, rubia natural y de ojos de azul intensamente oscuros, a juego de contraste con mi pantalón verde desvaído. Espléndida mujer, en definitiva. Y exuberante, muy exuberante. Tanto que ocupaba todo el lateral, y más, de la mesa que ocupaba, y sobre la que el camarero depositó, instantes después, su mollete, doble, de jamón con tomate y aceite…virgen.

A la par que mi mente se encaminaba al punto del infinito donde convergen dos de mis líneas paraleles, me preguntaba ¿Y cómo será la Chelo?


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