lunes, 11 de mayo de 2015

El día a día de Tomás

El día a día de Tomás

Santos Rejas Rodríguez

Me he acercado a la oficina de correos próxima a mi domicilio para recoger el libro de Tomás. Su último libro publicado, por ahora: Cuentos del día a día. He contenido mi impaciencia de abrir el sobre hasta acarrearlo a una terraza arbolada, ocupar mi mesa favorita y tener ante mí una copa de la ribera. Así no habrá interrupciones que me distraigan en el proceso.

Una cosa es conocer de antemano la portada de un libro y otra pasar por ella las yemas de los dedos, primero, y la palma de la mano, después. Un sentir de textura mezclado con un indefinible flujo de  vivencias contenidas en el día a día me abre poros de lo interno.

En una época de mi vida, muy juvenil, abría al azar un libro titulado Camino. Leía el pasaje que mi dedo hubiera señalado y meditaba. Se trataba de un libro a través del cual se conseguía la felicidad en este mundo y el gozo infinito en el otro. O quizás fuera al revés. Hace ya tanto tiempo…Sea como fuere, y únicamente para lo de este mundo, abandoné el camino de la meditación  adentrándome en el de la acción a través del Kamasutra, edición adaptada e ilustrada, claro. En la actualidad puede decirse que he retornado a la meditación. Por lo general con el Quijote.



Hoy, esta mañana, lo he hecho con el libro de Tomás. El azar me ha agraciado con la página ciento setenta y una, que forma parte del cuento A buena hora. Lo he leído de tirón. Aparte de generarme una cierta preocupación, de futuro, me ha hecho meditar y llegar a la conclusión que indudablemente pretendía el autor: que la realización de un deseo pone el punto final al gozo del anhelo. O dicho de otro modo: que es preferible en muchas ocasiones de la vida seguir disfrutando de un deseo, de un sueño, que materializarlo…o intentarlo. Porque el inconsciente juega malas pasadas en los momentos más inesperados y, lo peor, es que nos quedamos sin saber el porqué…Freud murió hace muchos años.

Gracias Tomás, amigo, por ‘estos relatos que se han ido cincelando a golpe de inquietudes’. No sé si tu libro será el camino para lograr la felicidad en la otra vida pero para gozar en esta, sí. Un gozo inquietante, claro…

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