viernes, 31 de julio de 2015

La botella

La botella…

Santos Rejas Rodríguez

Al arrojar la botella en el contenedor para vidrios, y sin duda porque se hallaba casi vacío, se rompió y produjo un estruendo que llamó la atención de la señora que me precedía. Se giró y a la media vuelta me arrojó un ¡¡¡huyyy, señooor!!! como una bala del 45, magnum, que menos mal que ni siquiera me rozó y pude, ya frente a frente, darle réplica con un educado: -señora, hace un momento le ha dicho al señor que la acompaña que como le ha estado esperando tanto tiempo a la salida del ‘furbo’ la han estado comiendo viva los mosquitos porque este año no han ‘furmigado’…y yo no la he disparado un ¡¡¡huyyy, señooora!!!

Si las miradas fulminaran, en ese instante habría llegado el fin de mi recorrer este mundo. Sentí como si un florete atravesara mis carnes de pecho a cadera…



Ignoro, pero sospecho, que así miraban las Harpías de la antigua Grecia rezumando crueldad y violencia. Y sospecho, también, que puede que sea una de ellas redivivas, o una Euménide o pariente próxima, que los griegos han dado en prenda a la unión europea como garantía de que van a restituir al arca conjunta hasta el último euro recibido hasta la fecha.


Mi ignorancia no finaliza en ese punto sino en la duda de si en verdad se reciclan los vidrios que arrojamos en los contenedores ad hoc y si todo el proceso es competencia del Ayuntamiento de la capital. Si lo es, sólo decir que, ¡ay, señora alcaldesa, hasta aquí he llegado! La próxima botella en bolsa y a la basura…no más lanzamientos de riesgo. Al menos hasta que estas hijas de Zeus, o de quienes sean, retornen a su cubil.

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