jueves, 25 de junio de 2015

Cuando no hay palabras

Cuando no hay palabras

Santos Rejas Rodríguez

O las palabras no se dejan encontrar, y las que se encuentran se materializan en sonidos que sabes inútiles, aunque intentas disimularlo tras la mascarilla con que disfrazas la boca y hace invisible el tembloroso tic de los labios.

Acudes con la predisposición de servir: ‘Con la vera a que me obliga el ser quien soy, ora remediando vuestra desgracia, si tiene remedio, ora ayudándoos a llorarla…’ por expresarlo en palabras de Cervantes puestas en boca de don Quijote…



 La mascarilla oculta la boca que, en torrentera, va desgranando palabras con la intención desesperada de taponar silencios o impedir interrogantes. Pero todo antifaz deja al descubierto los ojos. Y por ellos penetra la mirada, en sonda, del receptor de la inútil oratoria. Mirada en la que, sin necesidad de articular sonido alguno, pueden leerse también palabras de Cervantes: ‘sé que mi desventura tiene cerradas las puertas a todo género de consuelo…’ y al mismo tiempo que cincela la frase, mi mano recibe el abrazo de la suya y una ola cálida atraviesa el guante de látex abriéndose camino hasta lo hondo.

En la soledad del blanco pasillo de salida, los dedos –torpes- se demoran con paciencia infinita en destrenzar los nudos de la mascarilla que sigue cubriendo la boca, quizás para impedir que surja algún sollozo que tome el relevo de las palabras…


(Para C., que ya habrá impregnado de bondad el lugar  donde se encuentre)

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