jueves, 11 de junio de 2015

DE LA FIDELIDAD Y TAL...

DE LA FIDELIDAD Y TAL…

Santos Rejas Rodríguez

Pedaleaba yo al ritmo de los dos amantes dándose quejas, preguntándome si la queja provenía de ella, de él o era recíproca. Si el uno le reprochaba a la otra que le había olvidado sin haberse muerto y ella, a su vez, se lo recriminaba a él, o sea que ambos habían perdido la memoria de lo prometido ¿a qué el conflicto?
No quiero pensar, me añadí, que lo que verdaderamente se ventilaba era la muerte del otro, del que hubiera olvidado primero el querer sin haberse ido de este mundo de amores verdaderos.

No llegaba a ninguna conclusión satisfactoria pero, cuando me acercaba a la meta virtual que diariamente me propongo, el mecanismo mágico de la asociación de sucesos saltó la barrera protectora de las meninges y reprodujo la conversación escuchada la noche anterior, en la terraza donde me tomaba un zumo de naranja, mejorado con una generosa dosis de vodka, a tres jóvenes veinteañeros.




La chica informaba al grupo que una pareja amiga acababa de romper tras una relación de tres años. El chico más bajo, con cara de asombro, preguntó: ¿y eso? ‘Porque Isa conoció hace tiempo a un chico y se estaba viendo con él’. O sea, volvió a intervenir el bajo entre indignación y asombro: ¡¿Que le estaba poniendo los cuernos?!
¡¡Imposible!! Intervino el otro chico, el más fornido: ‘No puede ser’. Isa no puede llevar tiempo con otro. Cuando llevas tres años con una persona la conoces tanto y tan bien que Fino se hubiera dado cuenta al instante, el mismo día de ocurrir. Esas cosas no pueden disimularse…’

Se produjo un silencio espeso, de costoso masticar y difícil deglutir, hasta que la chica, mirando a ambos y esbozando una sonrisa indescifrable, musitó un ‘ya, ya’ nervioso, apurando su copa.

En contra de mi costumbre pedí otro vodka, Stoli en ausencia de Purity. Esta vez sin naranja, muy frío, casi helado…


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