¿Qué contestar?
Santos Rejas Rodríguez
-¡Qué estropeada
te has quedado! ¡Cuídate! Te lo digo, como sabes, con todo mi cariño…-¡Chico,
qué delgado estás! ¿Has ido al médico? ¿Estás enfermo?
Frases como las
anteriores, y similares, he escuchado y, seguro, que quien esto lea también habrá
oído…o recibido en sus carnes ¿Qué contestar?
Por naturaleza o (de)formación
profesional no suelo señalar lo que veo de negativo en una persona ,si es que
lo veo. O callo, o resalto alguna característica positiva, por ejemplo: ¡qué
calcetines tan bonitos llevas hoy! Y cuando soy el sujeto pasivo acepto,
moderadamente, la crítica o el comentario indebido o inoportuno…
Recuerdo una
ocasión que invité a una persona de escaso conocimiento, y recién conocida
también, a mi casa a tomar una copa. A los pocos segundos de llegar me espetó:
¡Qué limpio y ordenado está todo! -¿Para ser hombre? Iba a contestar. Pero no
me dio tiempo. Conmiserativa, y maternalmente, añadió: ¡Cómo se nota que tienes
a alguien que te lo haga! No repliqué, pero la serví Bacardí en lugar del
Zacapa 15 que puse para mí. Y no la he vuelto a invitar…
Claro que otras
veces el comentario sobrepasa la línea roja de la tolerancia. Como hoy.
Esperando el ascensor de mi casa he coincidido con una señora que se ha
identificado como vecina. Enseguida ha demostrado ser experta en
interrogatorio: ¿Propietario o alquilado? ¿Reciente? ¿Jubilado o
trabaja?...Como me cogió en un día no monosilábico, receptivo a la escucha y
respondón educado, se bajó al llegar a mi planta para completar el escaneo. Y
llegó a lo de la convivencia: –Comparto el piso con mi hijo, la informé. -¿A qué se dedica? –Va al instituto. ¿Profesor? --No. Estudia. Tiene dieciséis años…
En ese instante
se distanció unos pasos. Me escudriñó, más, y al tiempo que se embutía en el
ascensor, me soltó ¡Huy…pues qué mayor lo ha tenido! Dejándome con la media
sonrisa de circunstancias.
Desde entonces
deseo, con fervor, volver a coincidir con ella. Voy a restregarle por la propia cara
lo de las raíces, profundas, de su teñido y panojo pelo; lo de sus uñas de
porcelana, de gata vieja, necesitadas de
un buen restañeo y, en especial, lo de las bragas enterizas que le marcan
lorzas en su gordo y flácido culo…Se lo diré. ¡Lo juro por esta! Por la cruz de
mis dedos índice y pulgar... que beso.
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