Regresos y reencuentros…
Santos rejas Rodríguez
Un matiz de luz, el trino de un
pájaro, el olor a romero o jara florida puede ser el detonante de la evocación
de un recuerdo, de una promesa, de una vivencia. Respuesta emocional
condicionada, la llaman los psicólogos pretendiendo explicarla.
También el color. El blanco que
predomina en esta cafetería. El blanco de bata sanitaria con aromas de asepsia ha eclipsado el entorno dejándome frente a ti. Sonriente. Con la sonrisa de
la incertidumbre, la del miedo contenido, disimulado, para que no me alcance y
no sienta dolor: tu dolor. Domesticado y
de tu mano para protegerme sabiéndome el más débil dentro de la fragil
fortaleza que nos habíamos construido.
El brillante color me ha
catapultado al vacío haciéndome retornar a aquellos tiempos en que aún creíamos
que la victoria era posible. Que aún cabía la esperanza…
Y ahora que estás aquí, separados únicamente por la distancia
inconmensurable de la eternidad, sintiéndote en carne viva, aprovecho para
decirte que todo lo que no seas tú sigue sin interesarme y que lo que me aleja de ti cada vez me
resulta más hostil…
La cortina de batas blancas se
iza y me deja ausente de tu mano, amiga. Y de nuevo al camino. A solas
con tu sonrisa. Otra vez…
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