sábado, 7 de febrero de 2015

Cuerpos y almas

Cuerpos y almas

Santos Rejas Rodríguez

Frente al lugar que ocupo se exhiben lomos de libros en paciente espera de caricias. De entre ellos emerge, en oferta de acudir a la llamada de mi mano, un viejo conocido: Cuerpos y almas. Ofició de detonante para comenzar la charla de sobremesa dentro del grupo de amigos que nos reunimos con la intermitencia adecuada para no generar impaciencias pero tampoco ansiedades. La elección para las copas, tras la comida de restaurante casero, es un antiguo mercado reconvertido en lugar de encuentro para la bebida pausada, con música que deja el protagonismo a la voz de los contertulios. Del Cuerpos y almas llegamos a la Madre Teresa de Calcuta habiendo pasado por las Edades de Lulú, La Reina del Sur y Marcial Lafuente Estefanía, dejando constancia del Capitán Alatriste.
En el intento de adivinar el destino que finalmente tendrán los libros impresos llegamos al descanso. O sea: al fin de la primera copa y visita al vestuario. Y precisamente, en el trayecto hacia el alivio, volví a ver a la pareja adosada a la barra y dedicados a la misma tarea que cuando llegamos: besarse. A besos profundos. De los de inmersión a pulmón libre que provocan síntomas de asfixia en el espectador… ¿El beso presenciado a la llegada y este han sido, quizás, los dos únicos besos compartidos? ¿Son  besos esporádicos?  ¿O forman parte de una cadena de besos? Me preguntaba entre ida y vuelta.
Parece ser, por testimonios allegados, que se trataba de  besos formadores de un continuum sin visos de finitud.



La conversación del segundo tiempo nos condujo, por vericuetos  que no vienen al caso,  hasta un  Luis Cijes preocupado por si su hijo, Resines, le respetaría por aquello de que ‘un hombre, en la cama, siempre es un hombre’ y a otras cosas del amanecer…que no es poco.
 Ya en mi cama, al aguardo del sueño, rumiando el día,  me preguntaba qué habría impelido a la pareja a besarse así y allí, subidos en taburetes adosados a la barra de un bar, emulando a cigüeñas expuestas en campanario.
¿Reencuentro ansiado? ¿Despedida eterna? ¿Buscando un tesoro perdido? A la espera de hallar respuesta del porqué una pareja en la que ambos sobrepasan la edad media de la esperanza de vida actual, española, se besaban de ese modo, y en ese contexto, me quedé dormido.
Y desperté con una sonrisa de beso en el cuerpo e incógnitas indescifrables en el alma. O quizás al revés…

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