Decisiones de amor…
Santos Rejas Rodríguez
Hace unos días, y contra todo pronóstico, murió Isabel.
Y escribo contra todo pronóstico porque se hizo merecedora de la inmortalidad
tras hacer frente a una viudedad temprana y el cargo de una prole numerosa a la
que fue sacando, sin descanso ni
desfallecimiento, a dentelladas en ocasiones, a todos y cada uno de sus
componentes de la nada al esplendor de la vida.
En la puerta hacia la eternidad, en la soledad del
habitáculo aséptico, haciendo gala una vez más de su entrañable tozudez, de no
doblegarse a voluntades ajenas, hurtó sus últimos alientos a aquellos que
dijeron saber el día y hora del apagón de la pila de su vida.
Porque ella había decidido que el suspiro final fuera
coincidente con el parir, años atrás, a una de sus hijas, a Maribel, mi hermana
del alma, para que así guardara el recuerdo de que su madre la acompañó en ese
día, y ya por siempre, en esa fecha señalada de amor, de protección y porque
no decirlo, de supervisión, estaría presente.
La vida, ese parir lleno de amor y esperanza de que se
siga insuflando y extendiendo hasta el infinito… y más allá.
Adiós Isabel, hasta el reencuentro en la eternidad de
la que procedemos y a la que retornamos tras caminar la vida, a la carrera unas
veces, a trompicones otras y, en ocasiones, como si no hubiera un mañana…que lo hay.
2 comentarios:
Único,entrañable, sabiamente emotivo. M gracias.
Muy6emocionante. Besos
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