Ausencias…
Santos Rejas Rodríguez
No echo de menos
nada en concreto, sino tu compañía.
La de cualquier
momento que tenga tu presencia.
No reconozco otra.
Ninguna otra voz me aturde ni me sobrecoge.
Echo de menos tu
mano, la calidez de esa mano que aprisiona mis dedos.
A ti, que eres el
artífice de mi emoción.
Esta mente vacía
que ahora escribe, que no reconoce el rumbo sino el del sentimiento, no habla
ni aprisiona palabras porque solo razona con el fulgor del beso.
Te echo de
menos.
Intensamente.
Como si sin ti no fuera nadie o fuera poca
cosa.
Te echo de menos.
Amablemente se
suceden las cosas que recuerdo de tu cercanía y tiemblo tan solo al pensar
en el roce de tu mano.
Quiero tu querer.
Quiero esa muerte
dulce en la que caía al coger entre tus manos mi cara.
¿Qué más
esclavitud? ¿Qué hechizo?
Estoy rodeado de
tu halo y no sé vivir sin ti, (El sol no brilla…).
Ya no sé si sé
caminar solo; voy cogido de tu mano en todas partes.
Deseo tu mano.
Tu mano me
agarra y me posee.
De ella voy
tranquilo.
(Navidad…
¡Me cuesta tanto olvidarte!)
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