Intimidades
Santos Rejas Rodríguez
Que las intimidades son para compartir con los más allegados
o en la consulta del psicólogo, lo sé. Pero también, profesionalmente, suelo
aconsejar que aquello que atenaza y atosiga los interiores se escriba. Plasmado
en el papel los problemas suelen diluirse como nieve al sol…siempre que no sean
eternas.
Siguiendo la máxima de «cura te ipsum» transcribo aquí y
ahora, sobre este papel, la decisión tomada: ¡La he dejado! Y para siempre. Hay
relaciones que parece llegarían a buen puerto.
Sorprende entonces que tras un inicio, satisfactorio por ambas partes, de
repente surjan desavenencias que parecen insalvables. Romper una relación es un
acontecimiento traumático que merece recurrir, antes de llevarlo a cabo y no ser
tachado de inconsciencia reprobable, al consejo de un experto.
Así que, aprovechando la buena sintonía con la vendedora de
unos grandes almacenes, a la vez que adquiría una sartén, le comenté el
problema. Mujer versada y madura, me dio opinión y consejos que decidí seguir
al pié de la letra. Un segundo dictamen, me dije, reforzará la decisión. A una
agradable reponedora del supermercado la hice partícipe, pues, de mi desavenencia. Más joven que la anterior,
pero a todas luces más experimentada, me aconsejó paciencia, utilizar la mano
izquierda y añadir un método, según ella, eficaz y salvífico para casos
semejante.
He seguido ambas directrices, puesto gran voluntad y
entusiasmo. ¡Fracaso total!
Tras más de media hora utilizando la plancha, «centro de
planchado inteligente», la «mano izquierda para estirar» y el «planchado fácil»,
la camisa ha persistido en mantener sus arrugas y dobleces. Quitar una y
marcarse otra más profunda y aguzada, un continuo. Tanto en la pechera como en
la espalda. De las mangas, largas, ni mención siquiera.
Así que tras aquella primera y satisfactoria puesta de
estreno, he roto definitivamente con ella. La tolerancia y comprensión tiene
sus límites.
Tomada la decisión, calmado el ánimo, vuelto lo del pensar
por dentro, me he inquirido sobre la causa de la causa y dicho: ¿No será que
como me dijo un conocimiento, fugaz e irrepetible, el verde no es mi color?
¿Merecería la pena, y el esfuerzo, dar la oportunidad a otra prenda de color
diferente? ¿De manga corta?
En superando el trauma, veré.
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