Si tu me dices ven…
Santos Rejas Rodríguez
Por alguna parte tengo escrito que me gusta la
música. Desde Mozart y Ben Webster a los Pekenikes y Bee Gees pasando por El
Cigala y Niña Pastori. Es decir, casi todo lo enmarcado en un pentagrama e
incluso fuera de él.
Atender a las letras es ya otro cantar. En
ocasiones, embutidos los auriculares y realizando ejercicios repetitivos no
necesitados de concentración, las sigo: «No detengas el momento por las
indecisiones…» entonan a coro Los Panchos mientras pedaleo.
Escuchar la letra que antecede y cabalgar mi
pensamiento por caminos sembrados de encrucijadas ante las cuales hubo, y hay,
que elegir senda, todo uno. Sería absurdo pensar que la preferida en el momento de adentrarse por ella,
no es la óptima. Pero es cierto que unas veces fue y otras estuvo plagada de vericuetos
sin salidas, espinos crueles o fatigosas escarpadas.
¿Y si hubiera elegido la otra? Un mi amigo me tiene
dicho que no hubo posibilidad de alguna otra, que la elegida, elegida estaba:
Quod scripsi, scriptum est, para unos, o
maktub para otros.
No puedo refutarlo científicamente, así que no me
adentraré en polémicas ociosas. Pero
afirmaré, eso sí, que más vale equivocarse, y mucho mejor acertar, eligiendo
camino y adentrándose por él, que quedarse estático, inmóvil… por las
indecisiones. La no elección no es un camino, o si lo es, conduce al limbo, que
puede que no exista en el más allá pero si en el acá.
No quiere decirse que «si tu me dices ven» se acuda como gacela en berrea o marinero tras
el canto de sirena, no, pero sí que es necesario elegir y hacer camino en busca
del vivir y la felicidad. Detenerse por las indecisiones lleva a transformarse en
estatua de sal.
Los Panchos, ajenos a la digresión, siguen a lo suyo,
ay.
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