Miradas
Santos Rejas Rodríguez
-‘Perdón si les
molesto…’
-¡Vaya! me dije
¿por qué cuando viajo en Metro me topo con músicos, pedigüeños y familias
afines? ¿Por qué no con alguien que, mirándome, diga algo así como: ‘Para mí no
hay soles, luceros, ni luna/no hay más que unos ojos que mi vida son…?
Pero claro, me
seguí diciendo, no voy a caballo, no pido candela…así…Y hubiera continuado desbrozando
causas ad infinitum cuando, el apoyado en el quicio, continuó la arenga: -‘Si alguno de ustedes va leyendo, escuchando
música o pensando en sus cosas y no desea que siga hablando, que levante la
mano y me callo…’
Tras unos segundos de silencio: -‘Muchas gracias. Soy
fontanero. Oficial de primera. En paro. Lo que buenamente puedan darme ustedes
lo cojo: comida, ropa, dinero…Si ya le han dado antes a otro, como si me lo
hubieran dado a mí.
Y así, sin
prisas, a lo largo de cuatro estaciones, fue desgranando las suyas. Dolorosas. Nos contó que no quería dormir en albergues ni en casas contra el frío.
Que son muy peligrosas. En ellas entraba a dormir uno como él, sano, y podían
contagiarle múltiples enfermedades graves. Que ya había hecho un escrito para
que las cerraran. Prefería dormir en la calle…o en un hostal de la glorieta de
Atocha…
Al final nos
deseo un buen karma y que pensáramos que íbamos a tener un buen día, que si así
lo pensábamos, lo tendríamos, porque el poder de la mente….y aquí ya dudé si en
realidad era fontanero o psicólogo en
paro.
No me adentré en
la hipótesis porque mi mente retornó a lo que me preocupó al inicio: -‘será
porque no tengo los ojos verdes? ¿verdes como el trigo verde? ¿ni como la
albahaca? ¿Y ni siquiera tienen brillo de facas?
Y en pleno
declive de autoestima… me pasé de estación ¡ay!
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