domingo, 7 de septiembre de 2014

ORDEN

Orden

Santos Rejas Rodríguez

Mientras intento hilar ideas y convertirlas en texto para mi próxima novela (¡!) no puedo evitar que llegue hasta mis oídos, y escuche, la conversación que el camarero que sirve la mesa adyacente a la mía sostiene con los comensales de la misma.
‘- Que el sueldo de cada madero nos cuesta mil quinientos euros, y los pagamos entre todos. Y van tres o cuatro para coger a estos rumanos o lo que sean que llegan de Francia, porque allí los echan, y se vienen a España. Que aquí les sale gratis robar en el metro, en las tiendas o en los cajeros. Los cogen y los sueltan y no les pasa nada y siguen robando. Que lo que tenían que hacer es expulsarlos, como hacen los franceses y que se vayan a su tierra, o donde sea…y no por racismo, que no. Sino por poner orden, que lo que este país está necesitando es que se ponga orden…’


Creo que he transcrito, casi al pie de la letra, la proclama del camarero impulsado por la visión de un grupo de extranjeros que pasaban por la terraza y a los que de inmediato calificó de ‘rumanos’, vete a saber porqué. Los comensales, cuatro en total, de una edad media en la treintena avanzada, currantes todos,  que degluten el menú del día para continuar con la jornada completa, o más, aunque se la estén abonando como media, o menos, no sólo asienten vigorosamente, sino que hacen aportaciones a lo dicho por el camarero que no me atrevo a poner sobre este papel, pero casi todas relacionadas con la ley, por su ausencia,  para ceñirme a la verdad…
Será cierto, me pregunto, que en este país, mi País, ¿Hace falta orden?  ¿En lo de los ‘rumanos’ o similares del camarero? ¿Es ese el ‘problema’ que perciba el ciudadano de a pie? ¿El de los extranjeros mendigantes?  ¿El de los saltos de valla con o sin concertinas? ¿O el paso del estrecho y la labor humanitaria de los Cuerpos y Fuerzas con mujeres embarazadas o niños de patera? ¿Serán técnicas de distracción para que nos olvidemos del paro, la banca, los chorizos que han hecho de la política su medio de vida? ¿O de los fraudes fiscales que van pasando al olvido? Y me pierdo en un marasmo de interrogantes.

Aprovecho que el camarero me mira para pedirle un vino de Rioja porque el que estaba tomando, de Ribeiro, se ha calentado, y mientras me lo sirve estoy a punto de decirle que se puede, que podemos y debemos, exigir que se ponga orden… en las prioridades. O intentarlo…

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