sábado, 30 de diciembre de 2023

Otros desiertos

 

Otros desiertos

 Santos Rejas Rodríguez

             Noticia:  «un hombre estuvo cuatro años muerto sentado frente al televisor».

     En estas latitudes tendemos a alejar los muertos de nuestro lado. Alguna reacciones irán por la vertiente del humor negro: trivialización del suceso y construcción del muro que impida penetre la noticia hasta la médula y produzca el indeseado estremecimiento. Pero si no nos da tiempo a levantar la barrera, si la noticia atraviesa la capa del alma y se introduce hasta alguno de esos rincones desconocidos para nosotros mismos, el escalofrío se produce. Intenso.

¿Quién no se conmueve al leer que: «estuvo sentado durante cuatro años en su sillón frente al televisor sin que nadie se enterara de su muerte?». Repito: «sin que nadie se enterara…».

A un hombre, en una ciudad de miles de habitante, nadie, ni una sola persona, le ha echado de menos en cuatro años... posiblemente porque también estuvieron contemplando la televisión.

           


Al escritor le suele surgir al final de su relato una frase, una palabra, que deje poso. De Saramago la tomo en préstamo: «desierto no es aquello que vulgarmente se piensa, desierto es toda ausencia de hombres, aunque no debemos olvidar que no es raro encontrar desiertos y secarrales de muerte en medio de multitudes».

Pues eso.

1 comentario:

José Antonio Gelpi Méndez dijo...

Ciertamente, la pregunta que nos viene a la mente: ¿por qué nadie le echó de menos?. Morir en soledad es consecuencia de uno mismo o de los valores de la sociedad actual. El ideal de morir siendo un anciano rodeado y querido por tus tus hijos y nietos va siendo cosa del pasado.