miércoles, 10 de abril de 2024

Calvo

 Calvo

Santos Rejas Rodríguez

Soy calvo. Desde ayer. No he perdido el cabello, no. Sigo siendo un hombre de pelo cano, sonrisa abierta… Pero calvo de convicción. Y lo tengo testificado. Una fe notarial lo avala. Ante notario manifesté ayer que soy calvo; que desde mi más tierna infancia una pulsión interna me hace sentir calvo.  Toda mi vida he anhelado ser calvo y esperaba que se hiciera realidad con el paso del tiempo, pero los años pasan,  mi cabello permanece abundante y espeso y quiero finalizar mi recorrido terrenal calvorota.

Esperaba que cayera el cabello por sí solo o a causa de la gravedad y mi deseo se hiciese realidad, pero no se ha cumplido. El afeite de cabeza, la depilación, me haría sentir un calvo falso, un defraudador, y acentuaría mi malestar e insatisfacción. Así que me he declarado «Calvo de convicción» y el señor notario ha dado fe de que lo he manifestado en su presencia.

        Espero que desde este instante, en la que hago pública mi actual condición, se acepte mi imagen y que mi pérdida de cabello, virtual, sea tratada con el respeto que se merece y se entienda que no es producto de un capricho transitorio sino consecuencia de un deseo interno, insidioso, e incapaz de controlar.

Así mismo quiero, o mejor exijo, que en las reseñas físicas que existan (en la hacienda pública, cuerpos de seguridad o penitenciario) o en las que se hagan en el futuro  sobre mi imagen, quede reflejada mi condición de calvo y se elimine cualquier referencia a mi cabello y su textura o colorido, de otro modo se estaría conculcando mi derecho a la propia imagen, distorsionando mi realidad existencial y me podría provocar perjuicios de incalculables consecuencias tanto en mi estabilidad emocional como en el coste de la terapia que fuera necesaria.

¡Átame esta mosca por el rabo! Musitaría mi padre en su desconcierto.

Pues eso…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Divertida manera de enfocar una triste realidad, bravo!!!