Reflexiones sobre la vida
SANTOS REJAS RODRÍGUEZ
Hace años, muchos, leí una
publicación en el periódico HOY, de Extremadura, titulada: 'Reflexiones sobre
la muerte'. Mi primera reacción para responder a la misma fue visceral,
emotiva, de compasión -en su significado de sentimiento de pena provocado por
el padecimiento de su protagonista-, y deseos de remediarlo o evitarlo. Por
aquellos entonces yo escribía semanalmente en dicho periódico una columna bajo el
rótulo de ‘Palabras en la arena’ y, ahondando en la reflexión llegué a dos
conclusiones: la inutilidad del deseo, al estar fuera de mi alcance cualquier
tipo de remedio, y la escasa diferencia existente entre la situación del autor
del artículo y cualquiera de sus lectores, incluido yo mismo.
Cuando vamos al cine o leemos un libro,
lo que verdaderamente nos suele Interesar es su contenido, el desarrollo, la
riqueza del tema, la dinámica de los personajes, los matices, los coloridos,
sus venturas y desventuras, sus amores y desamores. Casi nunca nos fijamos en la
palabra fin, excepto en algunas de misterio para saber su desenlace. Pues
hagamos lo mismo con nuestra historia. Ocupémonos más del contenido que del
final (que no tiene ningún suspense porque siempre es el mismo). Dejemos en paz
a la muerte. Llegará de todos modos, pero con una diferencia: si hemos
realizado nuestro destino será un proceso natural; si nos hemos despreocupado
de vivir, nos atenazará la angustia por el tiempo perdido, ya irrecuperable. Y aquí
es donde radica la tragedia, no en la muerte, sino en la vida no vivida,
perdida.
Pues eso.

